«Es mejor sufrir por hacer el bien, si así lo quiere Dios, que por hacer el mal».
1 Pedro 3:17
-Las cartas de Pedro no van dirigidas en especial a una congregación -inició el papá-, sino a los creyentes de toda Asia Menor.
Por lo tanto, se las llama cartas o epístolas universales. ¿Recuerdan cómo era Pedro cuando conoció a Jesús? -preguntó el papá.
-Era el que hablaba primero -respondió rápidamente Susana.
-Se creía el más importante -añadió Mateo.
-Todo eso es cierto -aseguró el padre—, pero su carácter cambió al conocer a Jesús; y aunque al final lo negó, el Señor lo perdonó y llegó a ser un gran predicador. En la primera carta que lleva su nombre nos hace entender que se escribió en momentos difíciles para los cristianos, por eso les escribe para fortalecerlos y animarlos a que continúen fieles a pesar de las pruebas.
Les recuerda que Dios los llama a una vida santa, a que hagan el bien en todo momento, respeten, amen a los hermanos, reverencien a Dios y obedezcan a la autoridad. Les escribe que, si llegan a sufrir, que no sea porque hicieron algo malo, sino que sea por causa de Cristo y que eso les haga alabar a Dios. Aconseja a los ancianos a guiar con amor a las ovejas que Dios puso bajo su cuidado.
Aconseja también a los jóvenes que se sometan a los ancianos, en otras palabras, que aprovechen la experiencia de las personas de edad, porque eso es bueno. También nos dice a todos que no nos durmamos ni nos descuidemos, porque el enemigo, Satanás, anda como león rugiente viendo a quién devorar. Se despide en la carta enviando saludos y aconsejándoles que tengan paz. Qué bendición gozar de la paz que solamente Dios nos puede dar —concluyó el papá.
Tu oración:
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¿Sabías qué?
La Primera Carta de Pedro fue enviada con Silvano a los creyentes y se cree que fue escrita cuando Pedro se encontraba en Roma.