Se nara la historia de un joven estudiante de medicina que se le descompuso su automóvil en medio de una carretera solitaria. Tratando de encontrar ayuda camino mucho, hasta que llego a la casa de una pobre viuda a quien le pidió un vaso de agua. Generosamente, la viuda no dudo en ayudar al joven dandole lo mejor que tenia en su casa que eran dos vasos de leche y unos cuantos panes para que el joven pudiera reponer su cansancio.
Varios años después, cuando el joven ya era medico graduado y trabajaba en el hospital del pueblo, la viuda enfermo y fue hospitalizada de emergencia. Cuando ya iba a salir del hospital, la señora dijo que no tenía con que pagar la cuenta.
El médico que años atrás había recibido la ayuda de la viuda, se enteró de la situación y decidió pagar todo. La señora salió del hospital y no pago ni un solo centavo. Su generosidad fue premiada.
El alma generosa será prosperada; Y el que saciare, él también será saciado.
Proverbios 11: 25
Cuando somos generosos, sembramos; así que, la cosecha será abundante si la siembra lo ha sido; las bendiciones serán muchas, si la generosidad ha sido mucha. La cosecha se multiplicara, si la siembra fue abundante. El que siembra amor, cosechara amor; el que siembra odio, cosechara odio.
Si no sembramos nada no vamos a recibir nada. En esta etapa de tu vida puedes hacerte la pregunta ¿Que haz sembrado? ¿Que estas cosechando?
Las bendiciones de Dios no vendrán de la nada, ni apareceran magicamente. Todo es el fruto de lo que hayamos sembrado en el pasado o lo que estamos sembrando para el futuro.
Si sembramos con generosidad hacia nuestro prójimo, a su tiempo obtendremos la cosecha de nuestra generosidad.