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‘Nawartouna’

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Mateo 5:16

El famoso artista “eL Seed” es de origen franco-tunecino y realiza caligrafitis (pintadas en paredes empleando caligrafía árabe). Una de sus obras más interesantes se encuentra en Manshiyat Nasr, un barrio copto de las afueras de El Cairo.

Aquel es un barrio muy especial porque recibe toda la basura de la capital egipcia y la emplea en alimentar miles de cerdos. Si uno pasea por las calles de ese barrio, verá fragmentos de pintadas y apenas alcanzará a entender qué es.

Si embargo, si subes a la montaña Muqattan, el lugar más importante para los lugareños, podrás observar que todos aquellos edificios pintados reflejan la frase de un famoso teólogo copto, Atanasio de Alejandría: “Quien quiera ver la luz del sol con claridad, debe secarse los ojos”. El Seed quiso embellecer aquel espacio marginado y las gentes del lugar embellecieron su corazón.

Cuando se encontraban con él le decían Nawartouna. En nuestra lengua sería algo así como “Nos trajiste luz”. El artista, por su lado, descubrió que aquella gente que vivía entre basura eran ahsen nas (“buena gente”). Cada vez que eL Seed relata su experiencia, se emociona comprendiendo que fue un proyecto de paz y unidad que embelleció tanto Manshiyat Nasr como su corazón.

Nosotros estamos llamados a ser luz, a llevar la luz a los demás. No nos importa su condición social porque la luz se refleja en cualquier espacio, en cualquier persona. Tenemos un mensaje que permite que los seres humanos puedan secar las lágrimas de su existencia y contemplar la esperanza que proporciona Jesús, el Sol de Justicia. No coloquemos nuestra lámpara debajo de nada, situémosla en un lugar visible.

¿A qué tenemos temor? ¿A dar color? ¿A permitir contrastes? ¿A pintar vidas? A eso no se le puede tener miedo porque solo genera cosas positivas.
El segundo objeto más luminoso en la noche, después de la luna, no es Venus. Lo fue durante siglos, pero ahora es la Estación Espacial Internacional.

Refleja de tal manera la luz del sol que rompe la oscuridad con su brillo. No estaba, pero está. Y me resulta muy significativo como metáfora de nuestro actuar, del bien en el mundo.

Es un gran esfuerzo ese puntito en el cielo, pero está. Ser buena gente también cuesta esfuerzo porque no es la tendencia común pero, si estamos, habrá puntitos de luz y algunas personas nos podrán decir, sin lágrimas en los ojos, Nawartouna.

Víctor M. Armenteros es doctor en Filología Semítica por la Universidad de Granada y doctor en Teología (Antiguo Testamento) por la Universidad Adventista del Plata (Argentina). Durante más de una década ha sido profesor de Sagrada Escritura y Lenguas Bíblicas en el Seminario Adventista de España. Actualmente comparte la docencia con la gestión, al ejercer como director de los estudios de posgrado de la Universidad Adventista del Plata y de la sede austral (Argentina, Paraguay y Uruguay) del Seminario Adventista Latinoamericano. Es miembro de la Asociación Española de Estudios Hebreos y Judíos. Ha colaborado como traductor en la Biblia Traducción Interconfesional y forma parte del equipo editorial de la revista DavarLogos. Es, a su vez, autor de diversos artículos sobre escritos bíblicos y literatura rabínica.