Y nos rescató de nuestros enemigos, porque para siempre es su misericordia.
Salmo 136:24
¿Cuántas películas han visto de entrega, sacrificio y rescate? Unas cuantas, ¿verdad? El héroe pasa multitud de dificultades para salvar a tal o cual persona o, en algunos casos, a todo el planeta. Las misiones son imposibles; el héroe, duro de matar y especialista en venganza; los momentos, frenéticos o de calma total.
Ahora hablemos de realidades. Jesús se entregó por nosotros para rescatarnos y, como mínimo, debiéramos pensar en ello. Observa lo que indica Elena de White a este respecto: “La misericordia y el amor infinitos de Jesús, el sacrificio hecho en favor de nosotros, nos demandan la más seria y solemne reflexión.
Deberíamos espaciarnos en el carácter de nuestro querido Redentor e Intercesor. Deberíamos meditar en la misión del que vino a salvar a su pueblo de sus pecados. Cuando así contemplemos los asuntos celestiales, nuestra fe y nuestro amor crecerán más fuertes y nuestras oraciones serán cada vez más aceptables a Dios, porque se mezclarán más y más con fe y amor.
Serán inteligentes y fervientes. Habrá una confianza más constante en Jesús, y una experiencia viva y diaria en su poder para salvar perpetuamente a todos los que por medio de él se acercan a Dios” (El camino a Cristo, p. 88).
Es muy difícil que nos pasemos el día viendo series y luego nos queden ganas de ir a realizar nuestra misión de rescate, de ayuda a los demás.
Argumentamos que tenemos mucho trabajo, estamos cansados, y además, es más fácil que mi actor favorito lo haga por mí. Con esa actitud no solo hay mandos a distancia sino vidas a distancia.
Pero esas vidas no se apagan cuando a nosotros nos apetece, ni se aceleran cuando nos aburrimos, ni se ralentizan cuando se nos ocurre. Esas vidas que padecen nos necesitan mientras nos acomodamos en el sofá, porque son reales.
Es muy fácil contemplar a Cristo y que nos surjan ganas de hacer lo que nos corresponde. No importará el trabajo o los obstáculos, siempre habrá tiempo para los demás. Eso es lo que tiene el ser actor en lugar de espectador. Piénsalo, ¡que nadie te quite tu protagonismo!
Peligro, spoiler. Te adelanto un teaser de la vida de Cristo: “El Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos” (Mat. 20:28).
Ya lo ves, al final acaba rescatándolos a todos.