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La casa de Dios y la “casa” de David

Tu dinastía y tu reino estarán para siempre seguros bajo mi protección, y también tu trono quedará establecido para siempre.

2 Samuel 7:16

David tuvo la noble intención de construir un templo para Dios, un lugar exclusivo para que las personas pudieran ir a adorar en cualquier momento.

David pensó en construir ese templo en su época de mayor poder e influencia. Ya habían pasado los días de incertidumbre, cuando huía de Saúl; los días de inestabilidad política, con el reino dividido. David pensó en la gloria de Dios y quiso hacer un edificio digno y majestuoso.

Dios aceptó el deseo de David, pero tenía otros planes y el rey David no sería quien construyera el templo. Los planes divinos para David eran mejores de los que el mismo rey hubiera imaginado.

En la antigüedad, los reyes vivían atemorizados porque podían recibir un ataque de cualquier lugar y en cualquier momento. ¡Hasta había traiciones todo el tiempo dentro de las familias reales!

A manera de defensa, los reyes se mantenían en batallas, y usaban el tiempo para engrandecer su poder y marcar la diferencia entre la casa real y el resto de las personas. El propósito era que nadie se atreviera ni a pensar en quitarlos del trono.

Dios sorprendió a David. Le dijo que le construiría una casa a él. En este contexto, entendemos como “casa” una dinastía real. Dios le dijo que siempre iba a haber un descendiente de David en el trono de Israel.

El rey se sorprendió, alabó a Dios y presentó una súplica: “Dígnate, pues, bendecir la dinastía de tu siervo para que permanezca siempre bajo tu protección. Tú, Señor Dios, lo has prometido, y con tu bendición la dinastía de tu siervo será bendita para siempre” (vers. 29).

Aunque nuestros planes no siempre salen como imaginamos, Dios siempre nos indica el mejor camino.

Cuando nos dejamos guiar por él, seremos prosperados. Sigue el ejemplo de David y que tus ojos y tus pensamientos siempre estén enfocados en él.

César Sánchez Murillo es pastor y, actualmente, trabaja como editor y traductor en la editorial GEMA Editores, México. Le gusta mucho hablar de Jesús a los demás, leer y le encantan los deportes.