Así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre. Y de mes en mes, y de sábado en sábado, vendrán todos a adorar delante de mí’, dice Jehová.
Isaías 66:22, 23
Seguramente tienes amigos o conocidos que van a la iglesia el domingo y no el sábado. ¿Por qué la mayoría de los cristianos se congrega los domingos y no los sábados, como hacemos los adventistas?
¿Se fundamentan en las Sagradas Escrituras para llevar a cabo esa práctica religiosa?
Las primeras referencias al cambio del día de reposo aparecen en los escritos de Bernabé y Justino Mártir (135 y 150 d.C.). En ese tiempo el emperador Adriano (117-138) prohibió la obediencia a la ley judía, especialmente la observancia del sábado como día de reposo.
Estas medidas llevaron a los cristianos a no querer “judaizar”, como se tildaba al sábado y a la circuncisión, y decidieron alejarse del sábado bíblico y adoptar el domingo. Incluso cuando Constantino promulgó la primera ley dominical, el 7 de marzo del año 321, su justificación fue:
“¿Cómo podemos nosotros, que somos cristianos, guardar el mismo día que esos impíos judíos?” Jerónimo explica el porqué de la elección del domingo: “Si es llamado día del sol por los paganos, con mayor voluntad y reconocimiento nosotros debemos llamarlo igual, pues durante ese día apareció la luz en este mundo y ese día el Sol de justicia resucitó”.
Cambiar la observancia del sábado como día de reposo por el domingo no tiene fundamento alguno en la Palabra de Dios. Lo que sí es bíblico es que tanto los patriarcas del Antiguo Testamento, como los apóstoles del Nuevo Testamento y el mismo Jesús mantuvieron su fidelidad al día de reposo bíblico, tal como está en los Diez Mandamientos:
“Acuérdate del sábado para santificarlo/consagrarlo” (RV 95, RVA-2015, DHH, NVI, BLP). Incluso el profeta Isaías declara que hay una bendición especial para los guardadores del sábado: “Bienaventurado el hombre que hace esto, el hijo del hombre que lo abraza: que guarda el sábado para no profanarlo” (Isa. 56:2).
Aunque ser bienaventurados conlleva ser bendecidos en el presente, su plenitud está reservada para el futuro. Esta es la preciosa promesa:
“ ‘Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí’, dice Jehová, ‘así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre. Y de mes en mes, y de sábado en sábado, vendrán todos a adorar delante de mí’, dice Jehová” (Isa. 66:22, 23).
Si el sábado es el día que se guardará en el cielo, cuán importante es que lo guardemos en la tierra.