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‘Cwtch’

Saludaos unos a otros con un beso de amor. Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo. Amén.

1 Pedro. 5:14.

Es una palabra galesa que parece impronunciable, pero tiene un significado tan bello que me gustaría que reflexionásemos sobre ella. Cwtch significa “abrazo”, pero además, “el lugar más seguro”.

Cuando intento imaginar todo lo que contiene, me viene a la mente la estampa de un niño abrazando con intensidad a su madre. No hay duda de que la confianza en esos brazos protectores lo sitúan en el lugar más seguro del mundo.

Y, ¿qué decir del abrazo del amado o de la amada? Como diría Elena de White: “El calor de la verdadera amistad, el amor que une un corazón al otro, es sabor anticipado de los goces del cielo” (El hogar cristiano, p. 87). Lo dicho, una palabra impronunciable, pero preciosa.

En la iglesia primitiva los cwtch eran muy comunes. No solo había abrazos sentidos sino además algunos incluso se besaban. Esto nos parece raro, pero hay partes del mundo donde, además de un buen apretón de manos o un abrazo, la gente se da un beso, o dos o tres, como en Países Bajos, o cuatro, como en Normandía y… hasta seis, como en Rusia. En mi país, por ejemplo, entre hombres solo se dan un beso y cuando son familia muy cercana.

Cuando llegué a Argentina la mayoría de los hombres me daba un beso en la mejilla. Al principio quedé extrañado, pero luego comprendí que esas personas me mostraban su aprecio y me consideraban un igual. En ese instante sentí la seguridad de estar como en casa, rodeado de amigos en los que podía confiar.

Al momento de escribir este texto, vivo en Estados Unidos, donde todo es mucho más recatado, pero también he aprendido a interpretar un buen apretón de manos y una sonrisa realmente afectuosa. Aunque parezca extraño, me ha parecido sentir un cwtch, porque la seguridad no reside en las formas sino en la comprensión del aprecio.

¿Cuál es el secreto de un buen cwtch cristiano? Es muy fácil: Cristo. Observa que Pedro dice que tendrán paz los que están en Jesucristo. Porque vivir en Jesús nos llena de certezas.

En palabras del Espíritu de Profecía: “Cuando recibimos a Cristo en el alma como un huésped permanente, la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará nuestro corazón y nuestra mente.

No hay otro fundamento de paz sino este. La gracia de Cristo, recibida dentro del corazón, domina a la enemistad, apacigua la contienda y llena el alma con amor” (En los lugares celestiales, 251). ¡Menudos abrazos nos esperan con Jesús a partir de ahora!

Víctor M. Armenteros es doctor en Filología Semítica por la Universidad de Granada y doctor en Teología (Antiguo Testamento) por la Universidad Adventista del Plata (Argentina). Durante más de una década ha sido profesor de Sagrada Escritura y Lenguas Bíblicas en el Seminario Adventista de España. Actualmente comparte la docencia con la gestión, al ejercer como director de los estudios de posgrado de la Universidad Adventista del Plata y de la sede austral (Argentina, Paraguay y Uruguay) del Seminario Adventista Latinoamericano. Es miembro de la Asociación Española de Estudios Hebreos y Judíos. Ha colaborado como traductor en la Biblia Traducción Interconfesional y forma parte del equipo editorial de la revista DavarLogos. Es, a su vez, autor de diversos artículos sobre escritos bíblicos y literatura rabínica.