…tiempo de llorar y tiempo de reír, tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar…
Eclesiastés 3:4.
En junio de 2013, David Steindl-Rast dio una conferencia sobre la felicidad. Tras reconocer que es el anhelo común en todos los seres humanos, sea cual sea su condición, propuso un secreto para alcanzarla: ser agradecidos. Hacía referencia a la cantidad de gente que lo tiene todo y que no se siente satisfecha.
Y, por el contrario, están aquellos que apenas tienen nada y que, por ser agradecidos, disfrutan de la felicidad. Para él, tener una actitud de agradecimiento nos permite vivir en la suficiencia (no necesitamos tantas cosas), en la valentía (no hay temor, y sin temor no hay violencia) y en el respeto (al ver lo mejor de los demás, los apreciamos más).
¿Se puede ser agradecido con lo negativo?, podríamos preguntarnos. Steindl-Rast responde de la siguiente manera: “No podemos estar agradecidos por la violencia, la guerra, la opresión, la explotación.
En lo personal, no podemos estar agradecidos por la pérdida de un amigo, por la infidelidad, por el duelo. Pero no he dicho que estemos agradecidos por todo. Digo que seamos agradecidos en cualquier momento dado por la oportunidad, e incluso cuando nos enfrentamos con algo que es terriblemente difícil podemos elevarnos en esa ocasión y responder a la oportunidad que se nos da. No es tan malo como parece.
En realidad, cuando lo miren y lo experimenten, encontrarán que la mayoría de las veces lo que se nos da es la oportunidad de disfrutar, y solo la perdemos porque estamos apresurados en la vida y no nos detenemos a ver la oportunidad”.
Nuestro agradecimiento tiene que ver mucho más con la actitud hacia el momento que estamos viviendo que con lo que estamos viviendo. Ya lo dijo Salomón: “Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que este alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin. Sé que no hay para el hombre cosa mejor que alegrarse y hacer bien en su vida” (Ecl. 3:11, 12).
Ser agradecido con el momento de la tristeza te hace más resiliente; con el dolor, más empático; con la dificultad, más creativo; con la bondad, mejor persona; con la alegría, mucho más alegre. Sea lo que sea que te ocurra en un momento, es una oportunidad, y eso lo hace bello.
Todos tenemos instalada en nuestro corazón la eternidad, y la añoramos porque estamos diseñados para la felicidad. Pero recuerda que la eternidad se construye en este momento.
Aprovecha la oportunidad que tienes.
Por cierto, gracias por dedicarme este rato.