Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre.
Malaquías 3:16.
La arrogancia del pueblo era tan grande que no se hacían responsables de los pecados cometidos, y tenían el coraje de preguntar en qué habían fallado. “¿En qué hemos de volvernos?” (Mal. 3:7), preguntaron.
Al llamado divino, “volveos a mí y yo me volveré a vosotros”, respondían hipócritamente: “¿Cómo hemos de volvernos si nunca nos hemos ido?”. Cuando Dios los acusó de ladrones, respondieron: “¿En qué te hemos robado?”.
La respuesta vigorosa de Malaquías hace eco hasta nuestros días: “En vuestros diezmos y ofrendas” (vers. 8). Y sigue una promesa a los fieles: “Con esto pueden ponerme a prueba: Verán si no les abro las ventanas de los cielos y derramo sobre ustedes abundantes bendiciones. Lo digo yo, el Señor de los ejércitos” (vers. 10, RVC).
A la queja divina por sus palabras impías, responden con la usual arrogancia: “¿Qué hemos hablado contra ti?” (vers. 13). Incluso lo poco que hacían para Dios tenía motivos egoístas, y concluían que no había ventaja en servir a Dios. ¡Cuán lejos puede llegar una persona cuando no es guiada por la verdad!
Dios consoló al remanente fiel que se esforzaba en hacer lo correcto, contrastándolos con los quejumbrosos e hipócritas. Dios no pasará por alto su servicio consagrado y reverente; les promete reconocerlos como su especial tesoro y recompensar su obediencia.
En ese día se verá con claridad la diferencia entre el justo y el malo, el que sirve a Dios y el que no le sirve, sus preguntas y sus dudas serán finalmente contestadas: “En Malaquías 3:16 se presenta una clase de personas diferentes, una clase que se reunía, no para criticar a Dios, sino para hablar de su gloria y de sus misericordias. Habían sido fieles a su deber.
Habían dado lo suyo al Señor. Daban testimonios que hacían cantar y regocijar a los ángeles celestiales. No tenían quejas contra Dios.
A los que andan en la luz, que son fieles y leales en el cumplimiento de su deber, no se les oye quejarse ni emitir críticas. Pronuncian palabras de valor, esperanza y fe” (6TI, pp. 389, 390).
Asegúrate de pertenecer al grupo fiel y de que tu nombre sea grabado en el libro de las memorias.