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Adoración real

Para servir al Dios vivo y verdadero y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos.

1 Tesalonicenses 1:9, 10.

Los mitos exponen las necesidades de la sociedad y el mundo se está escondiendo en la “realidad virtual”. Millones pasan gran parte de su vida frente a cómics, películas, videojuegos y otras ofertas de los pasatiempos. (¿Han pensado en el significado de esta palabra? ¡Qué tristeza!). La crisis se combate con fútbol, el calentamiento global con Óscares, la pobreza creciente con telenovelas, la vida con ficción. Pura ilusión.

Las cosas son diferentes con Cristo porque no es un mito, existe. Fue real en el pasado y es real en el presente. De igual forma que acompañó a los necesitados ayer, nos acompaña hoy. De igual forma que consoló a los afligidos ayer, nos consuela hoy.

De igual forma que aportó un modelo ayer, lo aporta hoy. Lo detectamos en la inocencia de un niño, en la sonrisa brillante y sincera, en la acción generosa y pletórica de afecto, en la vida mejorada y mejorante.

Jesús no es extraordinario sino corriente. Alguien se podría escandalizar si digo que Cristo era alguien corriente. Creo que el empleo de esta palabra precisa una explicación: Jesús jugó con nuestras reglas. Entonces, ¿dónde residía su fortaleza? La respuesta es muy fácil y nos sirve de lección: en la comunicación constante con su Padre.

Y, en este caso, también es “corriente” porque no permite que deje de fluir su relación con Dios. De hecho, el momento más difícil para él es cuando piensa, por culpa del peso de los pecados, que su Padre lo ha abandonado.
¡Cuánto poder hay en la conexión con Dios! Nos convierte en seres especiales.

Gracias a él, podemos tener superpoderes: la potestad de destruir un prejuicio, de amar al peor enemigo, de desprendernos de las cosas para ser más personas, de confiar en lo que no se ve, de contemplar el horizonte de lo eterno y tener esperanza.

Si Jesús lo hizo, que era uno como nosotros, tú también puedes. La Cruz del Calvario se yergue como símbolo de la participación de Dios en nuestra historia. Hubo un tiempo en que los villanos tomaron posesión de este mundo, pero Dios no abandona a los suyos, se implica en sus vidas y propone solución a sus problemas.

Y Jesús fue la solución. Cuando, enclavado sobre una cruz, tuvo a bien exclamar “Consumado es”, todo el universo se estremeció. ¡Cuánto amor! Cuando se levantó de la tumba, todo el universo suspiró. ¡Cuánto poder! Todo esto por una sola razón: tú. ¡Cuánto cariño! ¡Cuánta esperanza!

Víctor M. Armenteros es doctor en Filología Semítica por la Universidad de Granada y doctor en Teología (Antiguo Testamento) por la Universidad Adventista del Plata (Argentina). Durante más de una década ha sido profesor de Sagrada Escritura y Lenguas Bíblicas en el Seminario Adventista de España. Actualmente comparte la docencia con la gestión, al ejercer como director de los estudios de posgrado de la Universidad Adventista del Plata y de la sede austral (Argentina, Paraguay y Uruguay) del Seminario Adventista Latinoamericano. Es miembro de la Asociación Española de Estudios Hebreos y Judíos. Ha colaborado como traductor en la Biblia Traducción Interconfesional y forma parte del equipo editorial de la revista DavarLogos. Es, a su vez, autor de diversos artículos sobre escritos bíblicos y literatura rabínica.