Yo hago ahora una alianza ante todo tu pueblo. Voy a hacer cosas maravillosas que no han sido hechas en ninguna otra nación de la tierra, y toda la gente entre la que ustedes se encuentran verá lo que el Señor puede hacer, pues será maravilloso lo que yo haré con ustedes.
Éxodo 34:10
¿Alguna vez has visto a tus padres o a un adulto firmando un contrato? Es mediante documentos como este que las personas se comprometen formalmente a cumplir con su parte de un acuerdo.
El contrato contiene las reglas, los derechos y los deberes de las partes involucradas. Hace mucho tiempo, las naciones poderosas firmaban acuerdos con otras para garantizar su seguridad, a cambio de la presentación y el pago de impuestos.
Los reyes soberanos se comprometían, por medio de alianzas y acuerdos, a proteger el territorio de los reyes vasallos. Cada parte tenía sus derechos y obligaciones en este tipo de contrato.
De manera similar, Dios hizo una alianza o contrato con sus hijos. En este acuerdo con nosotros, él se compromete a hacer algo imposible en nuestra vida: cambiar nuestro corazón, prepararnos para vivir en el cielo para siempre y pronto regresar por nosotros.
Nuestra parte del trato, ¿cuál es? Dios solo espera que tengamos fe, porque él tiene el poder para hacer lo que ha prometido. Cuando creemos en él, somos obedientes a su Ley, que se resume en amar a Dios y al prójimo. Esa es nuestra parte. Nada más.
Quien entra en este acuerdo con Dios solo recibe buenas cosas. Recibes bendiciones sin medida en esta vida y tienes la garantía de que algún día irás al cielo con Cristo.
¿No es demasiado bueno? Firma este contrato con Jesús hoy, y prepárate para vivir con él en la eternidad.
Recuerda: ¡Dios no miente! Si él lo prometió, lo cumplirá. ¡No dudes de su Palabra!