Dice el Señor: ‘Yo, el Señor, soy tu Dios desde que estabas en Egipto: No reconozcas como Dios a nadie sino a mí, pues solo yo soy tu salvador.
Oseas 13:4
Oseas es el primero de doce libros que se conocen como profetas menores. “Menores” porque las profecías registradas en ellos son más breves en comparación a las profecías de Isaías, Jeremías y Ezequiel.
Oseas significa “salvación”, y se considera que era del reino del norte, pues destaca características del norte y se refiere al rey del Israel como “nuestro rey” (7:5).
Sus mensajes proféticos van desde el año 755 al 725 a.C., fueron una continuación de los del profeta Amós y estuvieron dirigidos tanto al reino del norte como al reino del sur. Oseas fue contemporáneo de los profetas Isaías y Miqueas, quienes profetizaron en Judá.
En esa época, durante el reinado de Jeroboam II, había abundancia en Israel; pero tristemente esas riquezas hicieron que ellos se alejaran de Dios y adoraran ídolos. A pesar de eso, Dios les mostraba su amor a los israelitas a través de los mensajes de Oseas.
Dios amaba a su pueblo, así como un buen esposo ama a su esposa. Así, Oseas representa a Dios y su esposa Gomer (quien lo abandonó) representa a Israel.
Todo el pueblo sabía de la separación de Gomer y Oseas, y Dios le ordenó a Oseas que buscara a su esposa, la perdonara y volvieran a estar juntos. Oseas obedeció y eso impactó a muchas personas.
Oseas nos recuerda que Dios es amor y podemos volver a él aun después de habernos apartado, pues él nos espera con los brazos abiertos. ¿Qué esperas para encontrarte con él hoy y aceptar ese amor?