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Igual de persona

Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.

1 Pedro 3:7

Supongo que te habrá pasado alguna vez. Has tenido una mala respuesta, una reacción inadecuada o un mal día, y no has tratado como debe hacerlo un cristiano a tu pareja, a un familiar o a un amigo.

Has ido a orar y no podías. Aquellas palabras desacertadas se repetían en tu mente impidiendo que te acercaras al Señor. Aunque te parezca extraño, es bueno que pase así porque reconoces que has hecho mal, que te importa la persona y que no deseas acercarte al Señor ofrendando incorrecciones. Te respetas a ti mismo.

Respetas a los demás. Y, lo más importante, respetas a Dios.
Tal y como dice Pedro, esta situación se puede dar a menudo entre parejas. La persona a la que más amamos es la persona con la que tenemos más confianza. Y la confianza se suele permitir atributos que no le corresponden, como la falta de respeto.

En el versículo se pone el ejemplo de los maridos que tienen cierta tendencia a confundir su condición y pide que se comporten sabiamente. En primer lugar, dando honor a sus esposas porque son de gran valor, como una copa de cristal de Bohemia (como mínimo, una copa de Borgoña fabricada por Riedel).

No dice que se vayan a romper fácilmente (nada más lejano de la realidad), sino que hemos de tratarlas como si fueran a romperse fácilmente. No es lo mismo. Significa que seamos exquisitos en nuestro trato con los que más amamos porque es lo normal en gente que se quiere.

He conocido a personas que eran muy elegantes fuera de casa. La gente los tenía por gentlemen por sus modos y expresiones. Pero entraban en su hogar y mostraban la verdadera realidad de su corazón. Eran toscos y desagradables.

Otra razón que presenta es que son “coherederas de la gracia de la vida”, que viene a ser algo así como que son “tan personas como nosotros”. Y es que, a veces, nos creemos más personas que los demás.

¿Has pensado en lo ilógico de la idea? No hay personas que sean “más personas”, ante Dios todos somos seres con la gracia de estar vivos.

Pensar en los demás como personas, al igual que nosotros, es pensar sabiamente.

Por cierto, ahí se hablaba de maridos, pero se aplica a esposas, padres, hijos, amigos, no amigos. Y es porque todos somos personas. Tú también.

Víctor M. Armenteros es doctor en Filología Semítica por la Universidad de Granada y doctor en Teología (Antiguo Testamento) por la Universidad Adventista del Plata (Argentina). Durante más de una década ha sido profesor de Sagrada Escritura y Lenguas Bíblicas en el Seminario Adventista de España. Actualmente comparte la docencia con la gestión, al ejercer como director de los estudios de posgrado de la Universidad Adventista del Plata y de la sede austral (Argentina, Paraguay y Uruguay) del Seminario Adventista Latinoamericano. Es miembro de la Asociación Española de Estudios Hebreos y Judíos. Ha colaborado como traductor en la Biblia Traducción Interconfesional y forma parte del equipo editorial de la revista DavarLogos. Es, a su vez, autor de diversos artículos sobre escritos bíblicos y literatura rabínica.