No os unáis en yugo desigual con los incrédulos, porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión, la luz con las tinieblas?
2 Corintios 6:14.
Comparto contigo dos versículos sobre la rectitud. El primero se encuentra en Lucas 9:62 y se enmarca en la búsqueda de seguidores por parte de Jesús. Cuando le propone a alguien que lo siga y este le pide que espere a que se despida de su familia, Jesús le dice: “Ninguno que, habiendo puesto su mano en el arado, mira hacia atrás es apto para el reino de Dios”.
No sé si entendemos la comparación, pero es sencilla: nadie que no esté en lo que tiene que estar podrá seguir adecuadamente a Jesús. Dios no se comparte. Lo realmente importante de un gañán, el hombre encargado de la labranza, es que haga surcos rectos y paralelos para que la siembra sea de calidad.
No se pueden hacer surcos rectos si no se mira hacia delante. Dios nos propone que, al seguirlo, miremos al futuro, a la esperanza, porque así iremos en la dirección adecuada. Mirar hacia los lados (a otras personas) o lo que dejamos atrás (nuestros intereses personales) puede desviarnos de nuestra misión y de nuestro destino.
El segundo versículo que encabeza esta reflexión, es un consejo que encontramos para la iglesia de Corinto. Pablo intenta evitar irregularidades en la vida de los cristianos y recomienda que no se unan en yugo desigual con los que no tienen fe.
No habla solo de matrimonio, aunque el asunto esté incluido. La gente del campo sabe que no se puede arar con yuntas desiguales. Suelen emplearse bueyes con bueyes o burros con burros, pero no se puede juntar un buey con un burro.
¿Por qué? Porque uno tiene mucha más fuerza que el otro y puede lastimar al débil. Además, al tirar uno más que otro, los surcos no salen rectos. Vivir yugos desiguales hace daño a las personas porque no se comparten horizonte ni interés. Uno de los dos termina llevando, al final, todo el peso de la carga.
Es de justicia arar en línea recta. Y eso va por todos. Como dice Proverbios: “Que tus ojos miren lo recto y que tus párpados se abran a lo que tienes delante. Examina la senda que siguen tus pies y sean rectos todos tus caminos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal” (Prov. 4:25-27).
Vivir en rectitud es vivir mirando a la esperanza. Llevar un yugo es caminar junto a Jesús, quien anhela ser nuestra yunta y llevar nuestra carga.