He guardado tus palabras en mi corazón para no pecar contra ti.
Salmos 119:11.
Puede sonar extraño, pero hace muchos años la gente guardaba dinero debajo del colchón. Investiga un poco sobre tu familia, y averigua si tus antepasados hicieron esto.
Hoy, la gente guarda dinero en los bancos. ¿Dónde guardas tus tesoros, las cosas especiales de tu vida? ¿En un cajón o en una caja? Tus tesoros merecen ser guardados en un lugar muy seguro.
Ahora, piensa en un tipo diferente de tesoro: la Palabra de Dios. ¿Cuál es el mejor lugar para guardar esta joya? El corazón es el lugar más adecuado para ello. En Proverbios 2:1 y 5, leemos: “Haz tuyas mis palabras, hijo mío; guarda en tu mente mis mandamientos. […] Entonces sabrás lo que es honrar al Señor; ¡descubrirás lo que es conocer a Dios!”
No hay tesoro en la Tierra tan precioso como la Palabra de Dios. Al estudiar la Biblia y memorizar versículos, estás acumulando riquezas que no pueden ser robadas ni destruidas.
Haz la mejor de las inversiones: ¡aplica los tesoros de la Palabra de Dios a tu corazón!