Y presentarlos sin falta ante su gloria con gran alegría.
Judas 1:24
No hay nada como sentirse limpio y seguro ante alguien que es importante para nosotros. Arreglarnos para estar presentables es una muestra de respeto a esa persona. Pues bien, la Carta de Judas retrata a nuestro Padre como aquel que se preocupa por presentarnos sin mancha ante quien debería ser el ser más importante para nosotros: Dios.
Qué gran poder el de Dios, que puede presentar sin manchas a personas que nacemos y vivimos con la horrible mancha del pecado.
Es él quien nos capacita para que podamos encontrarnos algún día en su presencia sin sentir temor, sin tener nada de lo que avergonzarnos, pues él se ha encargado de limpiarnos y ponernos presentables. Lejos de escondernos, como hicieron nuestros primeros padres tras el pecado, nosotros podremos presentarnos ante su gloria. ¿Cómo no sentir gran alegría ante tal privilegio?
Esta vislumbre del carácter de Dios nos hace pensar en la inmensidad de su gracia. Se trata de un poder único en todo el universo, que puede hacer que personas que se someten a él vean sus vidas convertidas en una ofrenda perfecta para Dios.
La idea de presentarnos sin mancha delante de Dios es una figura que está tomada del ámbito de los sacrificios que se realizaban en el Santuario terrenal en tiempos del Antiguo Testamento. Nos lleva a pensar en los animales que, por no tener defectos ni manchas, eran idóneos para ser presentados a Dios en sacrificio, como símbolos del único que es sin pecado y sin mancha.
En el caso de los seres humanos, no hay nadie que sea perfecto y sin mancha; es por pura gracia de Dios que podremos presentarnos ante él. No hay nadie que haga lo bueno; ni siquiera hay quien busque a Dios. No hay justo ni aun uno, porque todos nos hemos desviado (lee Rom. 3:10-12).
A pesar de ello, el poder de Dios es suficiente para presentarnos delante de su gloriosa presencia sin mancha. Esto es algo inaudito y nos confirma en la creencia de que no hay nada que Dios no pueda arreglar en nuestras vidas.
¿Lo has leído bien?
No hay nada que Dios no pueda arreglar en tu vida. Y, además, te está anunciando que la restauración de la relación entre tú y él será completa algún día. Este es un anuncio anticipado de la derrota del pecado y de sus consecuencias. ¡Bendito sea el Dios que tiene poder para hacer que experimentemos algo así!