Perdónanos el mal que hemos hecho, así como nosotros hemos perdonado a los que nos han hecho mal.
Mateo 6: 12
¿CUÁNDO FUE LA ÚLTIMA VEZ QUE TE lastimaste? ¿Ya se ha cicatrizado por completo la herida?
Muchos comparan el perdón con el proceso de cicatrización. Al principio, el dolor es fuerte y siempre estamos recordando la herida. Después de algún tiempo, se produce la cura y, aunque la cicatriz continúa allí, ya no sentimos el mismo dolor. Cuando no perdonamos, es como si estuviéramos siempre reabriendo la herida e impidiendo el proceso de curación que aliviaría nuestro dolor.
Perdonar no es fácil. A veces duele, sobre todo cuando no sentimos que la otra persona está realmente arrepentida o buscando nuestro perdón. Pero el Padrenuestro nos enseña lo que debemos hacer: debemos perdonar a quienes nos han hecho daño.
Perdonar es difícil, pero cuando somos conscientes de que también nosotros cometemos errores, nos resulta más fácil ver a nuestro prójimo como alguien que necesita MISERICORDIA y PERDÓN tanto como nosotros.
No puedo perdonar. ¿Qué hago?
Cierra los ojos y recuerda la muerte de Jesús. Acércate al pie de la cruz y observa sus gotas de sangre. En ellas puedes ver el precio pagado por cada oportunidad de perdón que recibimos. Ahora responde: si Cristo, aun sufriendo tanto dolor físico y el mayor dolor emocional que puede sentir un cuerpo humano, nos perdona, ¿qué razón podrías tener tú para no hacer lo mismo?
¿NECESITAS PERDONAR A ALGUIEN? ¡HAZLO HOY MISMO!
La vitamina A actúa en diversas áreas del organismo. Una de sus funciones más importantes es la cicatrización de heridas. Un artículo publicado en 2019 destaca capacidad de la vitamina A para estimular el crecimiento celular de la piel y sugiere que la administración de suplementos en el lugar de la herida, y también por vía oral, aumenta la producción de colágeno, lo que acelera el proceso de cicatrización.