Un día el Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, para ir a la tierra que yo te voy a mostrar»
Génesis 12:1
¿Has visto alguna vez a alguien hacer cuajada? Se hace así: toma un vaso de 400 ml de leche y añade una cucharadita de jugo de limón puro. Mezcla los ingredientes y espera 5 horas, manteniendo la mezcla en reposo. Al volver a observar la leche, notarás el que Suero se habrá separado quedando en superficie del vaso, mientras que una parte aparentemente más sólida se habrá decantado. Esto se debe a que el ácido del limón disminuye el pH de la leche y coagula las proteínas, formando la cuajada.
EN EL VERSÍCULO DE HOY, VEMOS EL comienzo de una separación que Dios deseaba que ocurriera. Al igual que con la separación permanente de la mezcla en nuestro experimento, Abram debía separarse de la idolatría y de los pecados practicados por los miembros de su familia también de forma permanente. Dios deseaba dejar en claro las bendiciones que le serían otorgadas a él y a sus descendientes, si fueran fieles en seguir su Palabra.
Sin embargo, no fue un camino fácil para el patriarca. La invitación hecha a Abram tenía un sabor ácido, similar al del medio que provocó la separación entre los componentes de nuestro experimento. Al fin y al cabo, dejar la tierra donde había crecido, abandonar a sus familiares, a sus amigos, y todo lo que le era común, debió haber sido muy complicado. Pero la historia nos demuestra que VALIÓ LA PENA OBEDECER.
Dios también te pide que te apartes del pecado y sigas su Palabra. Has nacido para marcar la diferencia, y esa distinción debe ser vista por todos. No tengas miedo de aceptar el llamado de Dios. Él promete ocuparse de cada detalle durante la trayectoria de tu vida, así como lo hizo con Abram.