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Nuestra amistad con Cristo

«Vuelve ahora en amistad con Dios, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien» (Job 22: 21).

LA AMISTAD es una relación franca y sincera entre dos personas, donde el afecto es recíproco y se profundiza con el tiempo que se comparte. La amistad a la que se hace referencia es la que se forma mediante un compromiso. Por eso, Job expresa que volvamos en amistad con Dios. El compromiso para establecer una amistad es dedicación, tiempo, esfuerzo y amor. Anteriormente éramos enemigos de Dios, pero fuimos reconciliados por la muerte de su Hijo para ser salvos (Romanos 5: 10, 11).

Hubo una amistad sincera entre Jesús, Lázaro, Marta y María; fue construida porque ellos establecieron un compromiso con Dios. Cuando Lázaro enfermó, enviaron a decir a Jesús: «Señor, el que amas está enfermo» (Juan 11: 3). Ellos se comunicaban constantemente y tenían una relación muy estrecha, así que cuando Lázaro murió, Jesús dijo: «Nuestro amigo Lázaro duerme, pero Voy a despertarlo» (vers. 11).

La amistad con Cristo requiere un compromiso de comunicación por medio de la oración, la lectura de la Palabra de Dios y realizar actividades en que esté presente. La mejor manera de ser sus amigos es amarnos unos a otros y poner la vida por los amigos: «Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» (Juan 15: 12, 13).

Cuenta una historia que dos jóvenes hacían planes para casarse, cuando inesperadamente estalló la guerra en su país. El joven fue llamado a defender a su patria. Al principio, la novia recibía cartas todas las semanas, pero un día dejaron de llegar y ella pensó que había muerto en batalla. De pronto, recibió una carta con una letra que no era la del chico, que decía: «Querida Marta, te escribo estas palabras por medio de un amigo, ya que estoy convaleciente en el hospital. Quiero decirte que he perdido los dos brazos y, frente a mi imposibilidad de mantener una familia, deseo que te sientas libre de romper nuestro compromiso». La novia viajó hasta el hospital en medio del peligro y cuando llegó, le dijo: «No tienes brazos, pero yo sí. No tienes manos, pero yo sí. No podrás trabajar para sostener el hogar pero yo trabajaré en tu lugar, porque te amo. Quiero casarme contigo».

Hoy, Dios te ofrece su amistad sin condiciones. ¿Cómo responderás?

Lecturas Devocionales Para Adultos 2018
Fuentes de Vida – David Javier Pérez