«Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendiente de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada». Lucas 12: 37-38, NVI
SON BIENAVENTURADOS LOS SIERVOS QUE CON DILIGENCIA se mantienen vigilantes ante la inminente venida de Cristo y permanecen en constante actividad. Son los que ponen sus manos en el arado y su corazón en el surco del deber. El siervo requiere voluntad para servir. La Palabra de Dios dice: «Mi corazón está con los príncipes de Israel, con los voluntarios del pueblo. ¡Bendito sea el Señor!» (Jueces 5: 9, NVI). Elena G. de White describe al siervo diligente de la siguiente manera: «El que verdaderamente ama y teme a Dios, luchando con entereza de propósito para hacer su voluntad, pondrá su cuerpo, su mente, su corazón, su ser y su fuerza al servicio de Dios» (En lugares celestiales, p. 190).
El siervo ha de ser también humilde y manso, tal corno lo menciona el apóstol Pablo: «Por lo tanto, corno escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia» (Colosenses 3: 12, NVI). Además, se requiere una entrega total. La vida cristiana es una entrega diaria. Conlleva someterse cada día para triunfar en las batallas contra el enemigo. Elena G. de White enfatiza la necesidad de rendición total: «Recuerde que Dios puede emplear a todos sus hijos si están dispuestos a entregarse a él. Él tiene un lugar y una tarea para cada quien. Hay muchos, entre los cuales se encuentra usted, que no creen que sea posible que Dios los pueda usar. No piense más en ello. Usted puede hacer su humilde tarea de tal manera que glorifique a Dios» (Cada día con Dios, p. 243).
También se requiere sacrificio. El apóstol Pablo afirma: «Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios» (Romanos 12: 1, NVI). Cuando intentamos servir a los demás con abnegación y sacrificio, el Espíritu Santo nos capacita para desarrollar la sabiduría, la paciencia, la tolerancia, la bondad y la compasión necesarias. Cuando ponemos a los demás en primer lugar, estamos reflejando el verdadero carácter de Cristo.
Sirvamos a Dios de todo corazón, de buena voluntad, con humildad, sacrificio y una entrega total a su causa. Que Dios nos encuentre en acción.
Lecturas Devocionales Para Adultos 2018
Fuentes de Vida – David Javier Pérez