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Cierres de plumas

No tengan miedo: ustedes valen más que muchos pajarillos, Mateo 10: 31.

Las plumas de los pájaros son un ejemplo fascinante de la habilidad creativa y cuidadosa de Dios. Las plumas no solamente cubren el cuerpo de un ave, sino que tienen más usos. Tienen dos funciones primarias: el vuelo y la termorregulación. Las plumas de las aves que no vuelan, como los avestruces y los emúes, sirven principalmente para la termorregulación, es decir, para regular la temperatura corporal. Esas plumas sirven como el pelo a los animales. Las plumas de los pingüinos también son termorreguladoras y cuando se sumergen en las heladas aguas, les sirven igual que su pelo a las focas.

Quizá hayas visto cómo los pájaros se bañan en agua o polvo. Así se deshacen de parásitos y suciedad. Cuando un pájaro termina de bañarse, suele ir a una rama para arreglarse las plumas con el pico, limpiándolas y colocándolas en su lugar. El tallo principal de una pluma se llama cálamo. A sus costados tiene vexilos formados de filamentos o barbas.

Cada barba tiene muchos garfios microscópicos llamados barbillas, que terminan en espinas, las cuales funcionan como cierres en miniatura. Cuando las aves comienzan a arreglar sus plumas, una por una, cierran esas barbas y bárbulas para que se queden en su lugar, bien firmes. La mayoría de las aves tienen glándulas en la base de sus colas que producen un aceite que vuelve impermeables a las plumas. A medida que un ave arregla sus plumas con el pico, la punta toca la glándula; así, las plumas quedan en su lugar y se vuelven a prueba de agua con el aceite. El cuerpo del ave queda protegido cuando vuela, nada o pesca.

Dios hizo las plumas de los pájaros para vestirlos y protegerlos. La Biblia dice que si Dios prestó tanta atención a los pájaros, a ti te presta mucha más.
Gracias a Dios porque te cuida y te ama.

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