Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud, Gálatas 5:1.
Parece que el único lugar en el que puedes librarte de las enredaderas es el desierto. Hay enredaderas por todos lados. Algunas son útiles y otras venenosas. Otras no son más que parásitos. Tengo una tira cómica que muestra un niño en un campamento, junto al director, con un puñado de enredaderas. «Mira las nuevas enredaderas que encontré», dice. Pero el director retrocede porque las enredaderas son hiedra venenosa.
Siempre podemos encontrar plantas enredaderas nuevas que nunca hemos visto, probablemente porque hay muchísimas. Varían desde el tamaño de un hilo hasta el cuerpo de una persona.
Las enredaderas suelen crecer sobre algún objeto natural, pero dependen mucho del azar para encontrarlo. Si no hay alguna piedra, árbol u otro objeto para trepar, las enredaderas crecen horizontalmente sobre el suelo. A muchas, trepar hacia la luz las mantiene con vida. Algunas enredaderas recorren hacia abajo sus objetos mientras que otras usan púas, espinas, ganchos y raíces aéreas para aferrarse a sus objetos cautivos.
Las enormes enredaderas de los bosques tropicales tienen una textura como de madera llamada liana. Son las que los niños usan para columpiarse; la vid pertenece a este grupo. Los monos y otros animales de la selva y los bosques usan las enredaderas que se extienden entre los árboles para caminar, gatear y saltar. ¿Has visto muebles de ratán? Es una enredadera de buen tamaño que sube a la mitad de un árbol, se sujeta con espinas, y luego se dirige a otro árbol. Las palmeras de ratán alcanzan 200 metros de altura y guardan agua potable en su interior.
Así como las enredaderas enroscan a sus víctimas, el pecado envuelve a las suyas. Solamente la sangre de Jesús puede liberarte. Dale gracias hoy por esa libertad. Cristo vino a la tierra y murió para que los pecadores como tú y yo seamos libres de la esclavitud del pecado.
Lecturas devocionales para Menores 2018
Un Planeta Increíble – Charles C. Case