«Y todos los que por causa mía hayan dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o terrenos, recibirán cien veces más, y también recibirán la vida eterna». Mateo 19: 29
¿CONOCES LA LETRA DE ESTA CANCIÓN?: «Amo la familia de Dios donde todos d somos uno. Me han abierto sus corazones, y me alegra ser uno de ellos, en esta familia de Dios». Estas palabras resumen muy bien lo que yo viví, sigue leyendo para que conozcas el porqué.
Crecí en una familia católica, solía asistir a la Iglesia Adventista gracias a una tía, y durante una campaña de evangelización a cargo del pastor Linzeau, decidí entregar mi vida a Cristo, de lo cual hace ya más de diez años.
Aunque las cosas vayan realmente mal, aunque todo parezca ir al ralentí, aunque un error me abrume, aunque el dolor me queme por dentro, aunque a veces la soledad me invada, no abandono los caminos del Señor porque él siempre está a mi lado. En los momentos difíciles recuerdo el versículo de Josué 1: 9 que dice: «Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas» y sigo adelante. Dios me satisface todos los días de mi vida, veo su presencia en cada bendición que disfruto.
No me arrepiento en absoluto de haberme aliado con Dios. Mi experiencia religiosa me ha enseñado que lo único que Dios nos pide es que vayamos a él tal como estamos y él se ocupará del resto. El Señor es tan maravilloso; nos escucha y está listo para ayudarnos en todas las situaciones que podamos afrontar. Basta con confiar plenamente en él y entregarse a él por completo. Hoy en día solo puedo dar gracias a Dios por esta familia cristiana que me ha dado, y que completa ese vacío que me envuelve por el pasado, ya que puedo vivir mis sábados en familia y a coro con David puedo decir:
«Aunque mi padre y mi madre me abandonen, tú, Señor, te harás cargo de mí» (Salmo 27: 10) y yo añadiría: «y me bendecirás con una hermosa familia».
Vanessa Eloi-Hilaire, Martinica
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