Me pongo de rodillas delante del Padre, de quien recibe su nombre toda familia, tanto en el Cielo como en la tierra, Efesios 3: 14, 15.
Las mangostas viven principalmente en la zona del Serengueti de Kenia y Tanzania, aunque algunas viven en Asia. Existen 33 especies de mangostas y hoy hablaremos de la más pequeña, la enana.
Las mangostas enanas son, pues, muy pequeñas, apenas más grandes que una rata, y pesan solamente 280 gramos. Viven juntas en colonias o comunas, y tienen un macho y una hembra dominantes como jefes. Las mangostas enanas se alimentan sobre todo de termitas y otros insectos pequeños; entran a los túneles de ventilación de los nidos de termitas vacíos para tener a sus crías. Durante los meses de noviembre a mayo, cada hembra tiene dos o tres camadas, con un máximo de seis crías en total. Estas se quedan en el nido con su madre durante varias semanas, luego salen con ella a explorar.
A veces, una mamá mangosta cae presa de algún depredador. Si eso sucede, otras hembras se hacen cargo de las crías huérfanas. También puede ser que una hembra haya perdido su camada pero todavía produzca leche. Puede ayudar a alimentar a las crías de otra hembra. Una mangosta necesita uno o dos años para alcanzar la madurez. Llegado ese momento, quizá tenga que abandonar su comuna, o buscar otra, o tratar de crear una propia.
Como las mangostas, tenemos que ayudarnos entre nosotros. Cuando alguien enferme, quede discapacitado o se desanime, debemos visitarlo y ayudarlo. De hecho, como miembros de la familia de Dios tenemos que ayudarnos. Agradece hoy a Dios porque perteneces a su familia.
Lecturas devocionales para Menores 2018
Un Planeta Increíble – Charles C. Case