En el momento preciso, todo lo hizo hermoso, puso además en la mente humana la idea de lo infinito, aun cuando el hombre no alcanza a comprender en toda su amplitud lo que Dios ha hecho, Eclesiastés 3: 11.
La faz de la tierra está llena de muchas hermosas flores y plantas. Pero algunas son venenosas para los animales y los humanos. Dios ciertamente no las creó. Su existencia se debe al pecado. Examinemos algunas hoy.
El ruibarbo es un ejemplo interesante. El tallo es comestible pero las hojas venenosas. A la mayoría nos gusta comer el tubérculo de la papa y es nutritivo, pero el resto de la planta es venenosa. Muchos hongos son venenosos. De hecho, de ciertos hongos casi idénticos, uno puede ser venenoso y los demás comestibles. También están las plantas y hierbas que provocan trastornos traumáticos al cuerpo. Estas plantas no necesariamente matan pero causan malestares o enfermedades graves. En todas esas plantas hay sustancias químicas que matan o dañan (quizá hayas tenido un encuentro cercano con hiedra venenosa). Por eso es muy importante aprender cuáles plantas y bayas silvestres podemos comer (o dejar en paz).
No todas las plantas dañinas para los humanos producen la misma reacción. Algunas provocan debilidad o parálisis, mientras que otras interfieren con el sistema circulatorio. Algunas perturban la química sanguínea, mientras otras afectan la boca y el tracto digestivo. Algunas más irritan la piel o dejan quemaduras. Se dice que la Serpentaria blanca, parecida a la zanahoria, cura las mordidas de serpiente, pero si la comen las vacas, envenena la leche.
La cicuta venenosa se parece al perejil. Con cicuta se preparó la bebida que mató a Sócrates, el gran filósofo, en el año 300 a. C. Fue sentenciado a muerte por interferir con la religión de la ciudad en que vivía. Algunas personas se envenenaron por usar varas de rosa laurel para asar su carne.
Agradece hoy a Dios porque nos ha dado el poder de nuestras mentes que te ayude a usar la tuya al máximo para que no las plantas venenosas ni hagas cosas que podrían dañarte.
Lecturas devocionales para Menores 2018
Un Planeta Increíble – Charles C. Case