«El amor de Cristo se ha apoderado de nosotros». 2 Corintios 5: 14
MUCHAS VECES LA UNIVERSIDAD se convierte en contraproducente para el desarrollo espiritual; sin embargo, Dios siempre tiene un plan. Durante una clase de Economía estábamos comentando con nuestro maestro la fecha de nuestra primera evaluación. No llegamos a ningún acuerdo, así que él nos anunció que nuestra primera evaluación tendría lugar en sábado.
Me llené de angustia, y me estremecía solo de pensar en ello. Miré a mi amigo que también era adventista del séptimo día, y luego, desde atrás de nosotros se alzó una voz exclamando: «Soy adventista del séptimo día, señor». El instructor le respondió: «Está bien, entonces el examen tendrá lugar a las seis de la tarde del sábado». Por lo general, los jamaicanos que no conocen el mensaje del sábado creen que el sábado se observa de seis a seis de la tarde; sin embargo, sabemos que es de puesta de sol a puesta de sol (Levítico 23: 32). Descubrí que la puesta de sol tendría lugar aproximadamente a las 6:15 pm y me inquieté un poco ante la idea, a pesar de estar completamente decidido a no deshonrar el día de reposo.
Junto con mi amigo, decidimos que no íbamos a entrar en la sala de examen hasta después de la puesta del sol, y ese día tuvimos unos momentos de oración y alabanza en el campus universitario a las seis de la tarde. Inmediatamente después, entramos al aula. Cuando pasaron los quince minutos, nos sentamos, oramos, y comenzamos a trabajar. Cuando empezamos, los vigilantes se acercaron y me dijeron que tenía quince minutos extra. No sabía que iba a obtener ese tiempo extra, pero Dios había trabajado en ello por nosotros. Obtuve una calificación sobresaliente en ese examen, pero la historia no termina ahí.
En otra ocasión, durante la clase, el profesor necesitaba poner fecha y hora para un examen decisivo. Muchos estudiantes ofrecieron fechas y horas, lo que dio lugar a una gran cantidad de posibilidades. Entonces el maestro dijo: «Quiero que él me la dé» (señalándome a mi). La clase preguntó por qué me había elegido, y él les respondió diciendo: «Porque él estuvo dispuesto a sacrificarse por lo que creía».
¿Qué marcó la diferencia? El amor de Cristo se había apoderado de mí, hoy permítele que se apodere de ti también.
Reece Whyte, Jamaica
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