«Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, nuestra ayuda en momentos de angustia». Salmos 46: 1
SUCEDIÓ EL 5 DE JULIO DE 2009. Iba caminando por las calles de Miami cuando fui secuestrado por narcotraficantes que me reclamaban el dinero proveniente de las drogas que me habían entregado hacía muchos años. Fue entonces cuando me di cuenta de que había habido un error de identidad. Se lo comuniqué, pero me dijeron que me callara.
Me vendaron los ojos y comencé a tener mucho miedo. Sentí la muerte muy cerca. Mis pensamientos se fueron a mi esposa Carlene, que estaba embarazada de cinco meses de nuestro hijo Joshua. De repente, el Salmo 46: 1 me vino a la mente: «Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; nuestra ayuda en momentos de angustia». Así que comencé a orar.
Condujeron durante más de seis horas antes de encerrarme en una habitación oscura. No tenía ni idea de dónde estaba. Fue entonces cuando me di cuenta de que no tenía a nadie más aparte de Dios. Oré por ellos en voz alta y también pedí al Señor que los perdonara. Cuando el Espíritu Santo me habló, les lancé mi licencia de conducir al suelo, la recogieron, y la sala quedó en silencio de nuevo mientras que escuché una voz diciéndome: «Mantente tranquilo y verás la salvación del Señor».
En ese momento oí la voz de Dios hablándome a través de Isaías 65: 24: «Antes que ellos me llamen, yo les responderé; antes que terminen de hablar, yo los escucharé». ¡Sentí que Dios tenía el control! Alrededor de una hora más tarde me devolvieron mi teléfono móvil, la licencia de conducir y me dejaron en libertad en medio de la oscuridad.
Fue una alegría reunirme con mi familia y amigos. Mi vida fue transformada; prometí al Señor que si me salvaba aquella noche, yo sería un testigo suyo donde quiera que fuera, y eso es exactamente lo que hago.
«Cuando las olas baten contra nuestra zozobrante embarcación, y los relámpagos iluminan los espumosos rompientes que nos amenazan con una destrucción inminente, podemos recordar en medio del peligro que Jesús está a bordo» (Ellen G. White, The Spirit of Prophecy, vol. 2, p. 310). Dios me rescató ese día tanto espiritualmente como físicamente.
Hoy te cuento mi experiencia para que sepas que el Señor puede hacer lo mismo por ti. ¡Confía plenamente en él!
Joshua Lawrence, Islas Caimán
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