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Su mano en mi hombro

«No se ha acortado la mano del Señor para salvar; ni se ha endurecido su oído para oír». Isaías 59: 1, BA

NUNCA OLVIDARÉ AQUELLA MAÑANA de sábado. Me encontraba en mi cama, mirando hacia el techo y preguntándome cuál sería mi futuro. Uno de los temas que más me preocupaba era que aún no había conocido a esa persona especial para pasar el resto de mi vida. Comencé a hablar con Dios y le pregunté: «Dios, ¿qué quieres que haga con mi vida? Dime cuál camino quieres que tome. Me gustaría estar segura de qué es lo que quieres para mí».

Mientras oraba sentí algo que difícilmente puedo explicar con palabras; sentí como si una mano se posara sobre mi hombro y al mismo tiempo escuché una voz en mi mente que me decía: «Te voy a bendecir, te voy a bendecir mucho, pero debes estar lista para recibir esta bendición». Antes de que esa voz terminara de hablarme me encontraba llorando de alegría y diciendo: «¡Gracias mi Dios, gracias!».

Por razones de espacio no puedo contarte todos los detales de mi vida, pero sí te diré que a partir de ese día mi vida experimentó un cambio radical. Recibí bendiciones que nunca imaginé recibir. Conocía esa persona que Dios tenía para mí y hoy estamos felizmente casados y con dos hermosos hijos. Sé que Dios aún está trabajando en mi vida y eso me llena de confianza. Hoy miro hacia atrás y sé que aquel sábado de mañana marcó un antes y un después en mi vida.

Sé que tú, al igual que yo, en algún momento has experimentado momentos de angustia en los que no sabes qué hacer. Como seres humanos no podemos ver más allá de lo que nuestros ojos nos permiten. Solo vemos el problema que tenemos hoy, pero Dios puede ver el panorama completo. Él sabe cuál es el mejor camino para nosotros y por esa razón nos guía por senderos que en primera instancia nos parecen incorrectos o nos resultan incómodos, pero cuando llega el momento indicado podemos ver atrás y reconocer que la mano de Dios ha obrado en favor nuestro.

Hoy te animo a iniciar un nuevo día con la mano victoriosa del Señor sobre tu hombro. Permite que él te guíe.

Gisel Tejada, República Dominicana

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