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El cemento en tu vida

«Despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante» (Heb. 12: 1).

Necesitábamos reemplazar la vereda y la entrada de garaje frente a nuestra casa. Para quitar el cemento viejo, usamos un tractor, una cargadora y cadenas. Sin embargo, a fin de poder rodear los pedazos de cemento con las cadenas, los hombres tuvieron que usar un camión cargador y palancas, para levantarlos lo suficiente de modo que los hombres deslizaran una cadena entre los pedazos de cemento. Quitar y desechar el cemento viejo tomó mucho tiempo y requirió una gran cantidad de fuerza muscular.

Cuando quitaron los pesados pedazos de cemento, los carpinteros pudieron comenzar a construir estructuras sobre las cuales verter el nuevo cemento. Alisaron la grava y luego, usaron una máquina para apisonarla. Solo entonces pudieron acomodar las varillas de metal para recibir el nuevo concreto. La nueva estructura de cemento retendría su forma y sería más fuerte gracias a las varillas. Ahora estaban listos para verter el cemento. Algunos camiones trajeron la mezcla y la vertieron en las estructuras. Los hombres nivelaron cuidadosamente la mezcla. Cuando llegó al punto de la sequedad deseada, lo allanaron para alisarlo. El producto final fue una vereda y entrada de garaje perfectamente acabados.

En nuestras vidas, llevamos mucho peso que puede asemejarse al cemento viejo. A menudo nuestros viejos hábitos y formas de hacer las cosas son difíciles de quitar, pero debieran ser quitados para que ya no nos molesten. Los seres humanos cargamos resentimientos antiguos, creencias atesoradas que suelen estar erradas, y desarrollamos hábitos molestos y desagradables. A veces, es difícil separarlos de nuestro carácter y de nuestra vida. Sería maravilloso poder usar palancas y camiones cargadores para facilitar el proceso.

Y entonces, llega la palabra que no queremos oír pero. Pero… no tenemos el lujo de usar maquinarias y herramientas de metal para aflojar la «basura» que deseamos quitar de nuestras vidas. En lugar de eso, podemos acudir a un Ayudante mucho mejor para limpiar nuestros corazones y mentes.

Tenemos el privilegio de depender de nuestro Señor y Salvador para dirigir nuestros pensamientos, respaldarnos cuando buscamos sinceramente cambiar y darnos el éxito. Él es más efectivo que cualquier herramienta, tractor o fuerza muscular. Sus métodos son los mejores. Deseo que aprendamos a apoyarnos completamente en él y dejar de lado los pesos negativos que acarreamos.

EVELYN GLASS

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