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La belleza proveniente de Dios

«Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos” (Sal. 19: 1).

Estaba muy preocupada al tomar una clase basada en el evolucionismo, pero estaba estudiando para mi doctorado y esa clase era obligatoria. Como el tema de la Evolución no me era muy conocido, me preocupaba cómo discernir la verdad de Dios en medio de las diversas nuevas ideas, que podían parecer tener mucho sentido.

Cada semana, los profesores dirigían discusiones sobre las ideas principales presentadas en los textos de lectura semanal. ¿Qué hacer? ¿Cómo puedes hablar sobre algo en lo que no crees? Pero más peligroso sería, pensé, dejar entrar en mi mente las constantes afirmaciones de evolucionismo encontradas en las lecturas semanales. Entonces, adopté una técnica: antes de leer, oraba pidiendo ver solo la verdad de Dios, la belleza en las cosas que él había creado.

Al leer, comencé a ver el material escrito desde un punto de vista diferente. Había hermosas descripciones de muchos aspectos de la naturaleza, los animales y los hábitats muy específicos. Al leer sobre la complejidad de diferentes especies, me maravillé por la inmensa sabiduría y creatividad divinas. Leyendo sobre la riqueza y la biodiversidad que hay en nuestro mundo, pronto me conecté con el hecho de que Dios lo había creado todo. Me detuve allí y alabé a Dios por su grandeza.

Cuando me di cuenta de que ya no tenía miedo a las lecturas, y que podía ver la belleza de Dios en la naturaleza, como estaba descrita allí, me llené de gozo. Los profesores podían decir que Dios no existe, que somos producto de la evolución, pero a mí no me importaba. Yo conocía la verdad. Y cuando un profesor cuestionaba este punto o aquel, tenía ganas de gritar: «Yo sé. ¡Yo sé el porqué! Porque Dios hizo las cosas así». Esta respuesta era suficiente para mí y mi corazón rebosaba de paz; la paz que la ciencia terrenal no puede dar.

Sigo estando en contacto con la ciencia, a pesar de creer que en muchos puntos está tergiversada. Cuando oro, puedo ver a Dios que es responsable por los objetos de la ciencia. Por esta razón sigo usándola, para entender mejor el mundo en el que vivo y descubrir maneras de mejorar nuestro mundo. Ansío poder pasar la eternidad estudiando y aprendiendo más sobre la ciencia y el Creador.

IANI DIAS LAUER-LEITE

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Bendecida – Ardis Dick Stenbakken