«Vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra; y que todo designio de los pensamientos de su corazón solo era de continuo el mal» (Génesis 6: 5).
SATANÁS CREYÓ haber ganado al llenar el corazón y la mente de los seres humanos de pecado. La tierra estaba llena de una nube de maldad. Los hombres dieron rienda suelta a la iniquidad, se glorificaron a sí mismos en lugar de glorificar al Creador, hasta negar su existencia. Adoraban a la naturaleza en lugar de rendir culto al Dios de la naturaleza. Llegó el momento en que eliminaron a Dios de sus mentes. La tierra se corrompió enteramente y estaba llena de violencia. El amor, la justicia y la misericordia habían desaparecido. Los justos sufrían opresión y burla. Dios no pudo soportar más esa iniquidad y decidió borrar de la faz de la tierra a los hombres que había creado (Génesis 6: 7). Solamente una familia se atrevió a buscar a Dios en medio de las tinieblas.
Dios hace efectivo su plan: rescatar lo rescatable. Así, salvó a Noé y a su familia: «Noé halló gracia ante los ojos de Jehová […]. Caminó Noé con Dios» (Génesis 6: 8, 9). Hay que mencionar que aunque había más personas que creían en Dios, no se prepararon como debía ser. No caminaron con él como Noé.
Noé se mantuvo como una roca en medio de la tempestad. Rodeado por el desdén y el ridículo popular, se distinguió por su santa integridad y por su inconmovible fidelidad […]. Su relación con Dios le comunicaba la fuerza del poder infinito, mientras que, durante ciento veinte años, su voz solemne anunció a oídos de aquella generación acontecimientos que, en cuanto podía juzgar la sabiduría humana, estaban fuera de toda posibilidad […]. Como premio de su fidelidad e integridad, Dios salvó con él a todos los miembros de su familia. ¡Qué estímulo para la fidelidad de los padres! (E. G. White, Patriarcas y profetas, págs. 81,83).
Así como Dios cerró la puerta del arca y no hubo más oportunidad de volverla a abrir para que entraran los que llegaron de última hora, arrepentidos después de ver que el mensaje era verdadero, así será en la Segunda Venida de Cristo Jesús. Dios cerrará la puerta de la gracia y no se volverá a abrir jamás, aunque golpees la cabeza con el piso o hieras tu cuerpo por el dolor de haber perdido la vida eterna. E igualmente, aunque Satanás quiera que todo el mundo se pierda, Dios salvará a los fieles como salvó a Noé.
Lecturas Devocionales Para Adultos 2018
Fuentes de Vida – David Javier Pérez