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Dios te está hablando

“Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios» (Sal. 46: 10).

Una madrugada, a eso de las cinco, nos despertó un sonido de tamborileo. El fuerte ruido parecía provenir del conducto de ventilación. Asumiendo que había ocurrido algo en nuestro sistema de calefacción, mi esposo corrió al sótano para apagar el termostato. Escuchamos y especulamos sobre el ruido por una media hora, porque inactivar el termostato no hizo que el ruido se detuviera. Más tarde, mi hija, Leah, dijo:

-Suena como si un pájaro carpintero estuviera en el conducto.

Pensamos que era un buen punto, ya que en su habitación se escuchaba más fuerte que en cualquier otro lugar.

Durante una semana el ruido vino y se fue esporádicamente. Pedimos a un técnico que viniera, pero no pudo resolver nuestro problema. Por la ubicación del ruido, él sugirió que un murciélago, una ardilla o algún tipo de ave habían entrado por la chimenea. Nos aconsejó cambiar la tapa de la chimenea, y mencionó que una vez había rescatado a un ganso del interior de la chimenea de un cliente

La semana siguiente, cuando estacionaba en la entrada para autos frente a casa, ¡vi un ganso en el techo de nuestra casa! Entonces, sugería mi familia que tal vez un miembro de la familia de gansos estaba atrapado en la chimenea. Esperamos que regresara el ruido y, una mañana, volvió a comenzar. Mi esposo corrió afuera para mirar el techo y, para su sorpresa, ¡vio un pájaro carpintero golpeando la chimenea! Se podía escuchar el ruido de adentro y de afuera de nuestra casa. El culpable era un pájaro carpintero; quien había causado todo el escándalo mientras hacía un nido bajo nuestro porche.

Este incidente me hizo pensar. Leah había sugerido que había un pájaro carpintero en el techo, y debiéramos haber considerado su sugerencia en lugar de especular afanosamente y dejar su idea de lado.

Muchas veces, no oímos cuando Dios nos está hablando. ¿Está Jesús tratando de llamarte la atención? Elena de White tiene la solución: «En medio de esta precipitación enloquecedora, habla Dios. Nos invita a apartarnos y tener comunión con él» (La educación, p. 234). Escribió esto hace muchos años. Piensa en cuánto más «ruido» hay hoy, con Internet, MP3, iPods, radios y televisores por todas partes… y con más personas. Es difícil encontrar un lugar tranquilo. Debemos buscar con determinación escuchar a Dios y su suave voz. Esperemos a Dios en silencio. Él necesita de nuestra atención, y nosotros necesitamos oírlo. Te insto en este momento a practicar tu habilidad de escuchar a Dios.

MARGO PETERSON

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