Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él.
Jueces 16:20.
Sansón era fuerte. En su presencia sus amigos se sentían seguros y susenemigos temblaban. Sansón era fuerte gracias a Dios. Tanto era su poder físico que desgarró a un león sin tener armas, y mató a mil hombres vigorosos con la quijada de un burro. Luego se reía de ellos y les componía unos versos.
Solo las mujeres eran más poderosas que Sansón. El campeón de Israel veía una mujer bonita y se derretía por dentro. Le gustaban las jovencitas pícaras que le daban todo lo que pedía. Las otras, las jóvenes hebreas que ocultaban sus encantos bajo un vestuario modesto y sabían esperar hasta el matrimonio, eran «aburridas”.
Así iba Sansón por los caminos de la juventud: más fuerte que los hombres y más débil que las mujeres. Un día, una mujer lo dominó con su andar y lo hipnotizó con caricias. Sansón le confió el secreto de su fuerza: su pacto con Dios. La prueba visible del pacto era su cabello jamás cortado. Sansón se lo dijo, y ella lo embriago, luego le cortó el cabello.
Cuando llamó a los enemigos del hombre que dormía en su lecho, Dalila cometió uno de los actos más infames del noviazgo: traicionar a su amado. Los filisteos se abalanzaron contra Sansón con temor suicida, pero sus golpes les parecieron manotazos de bebé. El domador había sido domado.
La próxima vez que veas a un joven consagrado a Dios, no intentes llevarlo a tu lecho. Podrías frustrar el plan de Dios y arrastrar a un alma al fuego del infierno. Y tú, joven, la próxima vez que una extraña te sonría, sal de su campo magnético. Que tus neuronas prevalezcan sobre tus hormonas. Acuérdense de Sansón.
365 Lecturas Devocionales Para Jóvenes 2019
Volando Alto – Alfredo Campechano