Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Gálatas 3:28.
Jesús es el Señor del cristiano. Este vive por la palabra de Jesús. Vivir con forme a la palabra de Jesús es lo mejor que le puede ocurrir. Significa vivir con él.
Jesús dirigió la vida del apóstol Pablo, y este llegó a decir: “Para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:21). Dirigió la vida del apóstol Juan, y este escribió: “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Dirigió la vida de Bernabé, y trajo a Saulo ante los discípulos, donó una propiedad a la iglesia, y ayudó a Juan Marcos a madurar como cristiano y como ministro. Dirigió la vida del apóstol Pedro, quien predicó dos veces y cinco mil personas se rindieron a Cristo.
Leví Mateo, el deshonesto cobrador de impuestos para Roma, permitió que Jesús se encargara de su vida, y hoy tenemos un Evangelio que lleva su nombre.
¿Cómo sería la iglesia si en vez de mirar a los radicales de la iglesia, con su énfasis en la libertad de opinión y expresión propia, o a los conservadores con su énfasis desmedido en la justicia y las formas, contempláramos al Justo? ¿Cómo sería la iglesia si en vez de mirar a los liberales, cuyo criterio se ubica sobre el evangelio y su conducta niega la santificación, miráramos a Cristo en la cruz?
Ser extremista es peligroso. Los extremistas son capaces de matar. No hay odio más fiero que el odio religioso. Mientras fue dominado por este celo y este odio, Saulo de Tarso hizo mucho daño. No había poder humano que lo detuviera. Tuvo que venir Jesús a derribarlo del caballo y del prejuicio. El resultado: Saulo escribió el salmo del amor, registrado en 1 Corintios 13.
Ante la cruz, donde se exhibe el amor supremo y el sacrificio extremo, somos unificados. Miremos a la cruz, donde el Señor de todo y de todos preside con amor infinito. Congreguémonos en torno de la cruz y vivamos unidos.
365 Lecturas Devocionales Para Jóvenes 2019
Volando Alto – Alfredo Campechano