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La mujer que da de lo que no tiene

Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba.

1 Reyes 17:10.

La experiencia de la viuda de Sarepta nos enseña qué nos queda cuando ya no nos queda nada. Su historia ilustra la paradoja de la vocación cristiana de dar de lo que no se tiene, dar amor desde el propio desamparo (ver 1 Reyes 17:7-24).

¿Qué había en el corazón de esa mujer que no midió su desgracia para atender la necesidad de aquel desconocido? ¿Cuál era el secreto que guardaba su corazón por el que estuvo dispuesta a darlo todo sin quejarse ante Dios?

La Biblia la describe como una viuda que recogía leña en la puerta de la ciudad (vers. 10). Sus manos, alguna vez delicadas y finas, hoy están encallecidas por el trabajo, sienten la aspereza de la leña, saben del rigor de los inviernos, y amasan la escasez en la mesa de las ilusiones.

Ella lucha sola por la subsistencia. Lucha contra la adversidad. Y su acción es heroica. Su labor, como la de toda mujer noble, es calentar el hogar y aplacar la crudeza de la ausencia del padre de su hijo. ¡Como tantas mujeres en este mundo!

¿Cómo serán las manos de tantas mujeres solas que trabajan para sostener de pie las paredes de su casa? ¿Cuántas de sus lágrimas serán primicias de rocíos y lluvias nuevas que alientan la esperanza?

¡Ay, si pudiéramos, en la adversidad, darnos cuenta del poder que late en el lecho cotidiano de nuestro trabajo en favor de nuestra familia! ¡Si pudiéramos ver que Dios jamás nos abandona en nuestra soledad!

El secreto del alma de la viuda de Sarepta fue su amor y su sensibilidad. Cuando ya no tenía nada, de todos modos recibió al Señor en la persona de un extranjero. Amó sin mirar su necesidad. Y Dios realizó el milagro.

Tú también eres Milagros cuando sacas fuerzas de la nada, cuando entregas tu corazón a Jesús en cada sacrificio que haces por tus amados, cuando enfrentas la adversidad dando generosamente a Dios lo mejor que tienes. —FB

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