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Oración del caminante

Lecturas devocionales para Adultos 2019

Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos.

Jeremías 10:23.

Maxi, de apenas cuatro añitos, me ha cambiado la vida. A falta de nietos cerca, me los inventé. Ana, su mamá, amiga de la familia, me lo «presta» cada viernes para que lo disfrute y lo saque a pasear. Es asombrosa la curiosidad y la inteligencia de este niño. Como está en la edad de los «por qué», no deja «títere con cabeza». Todo lo somete al escudriño de su mente, y muchas veces sus preguntas dejan mal parado. No sé las respuestas. Últimamente, limité los paseos matinales a un parque cercano, porque cuando salimos a caminar por el barrio no hay casa donde no quiera entrar ni propiedad cuya privacidad no quiera traspasar. Siempre hacia adelante, esforzándose sin rumbo cierto, intenta cruzar solo todas las calles y subirse a todas las escaleras. Como esos paseos me dejaban exhausto, los cambié por el parque.

Durante aquellas vueltas, muchas veces se me ocurrió pensar si esa pequeña humanidad caminadora no se parecía mucho a nuestra humanidad adulta. Caminamos y caminamos, hacia adelante y hacia atrás, haciendo círculos o cualquier figura geométrica, hasta que nos detenemos, para no caminar más. ¡Somos migrantes sin rumbo!

Nuestro texto nos dice que «el hombre no es señor de su camino». ¿Quién entonces, «ordena nuestros pasos»?

Camino y caminante han sido metáforas muy usadas por los poetas. El escritor Antonio Machado sentenció con mucho esceptismo: «Caminante no hay camino, se hace camino al andar». Su poema termina: «Caminante no hay camino, sino estelas en el mar». No queda nada. Todo se lo lleva el tiempo. El escritor argentino Julio Cortázar, un poco más optimista, concluyó: «Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos». Intuye que algo se puede encontrar.

Gracias, Jesús, que pusiste un faro a la humanidad migrante cuando dijiste: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14:6).

Tu vida es un camino con muchas subidas fatigosas, con bajadas y curvas peligrosas, pero ¡qué bueno es que Jesús siempre «ordena tus pasos»! Él te toma de la mano y te conduce por valles de sombras, ¡por la misma senda que hubieras elegido si conocieras el fin desde el principio!

Oración: Señor, guíame siempre.

Lecturas Devocionales Para Adultos 2019
Las Oraciones más Poderosas de La Biblia – Ricardo Bentancur