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El ciego y el caballo

Cierta ocasión un hombre que era ciego decidió ir ha hacer unos comprados a la ciudad cercana. Acompañado únicamente por un bastón que era su amigo inseparable tomo camino, el trayecto era bastante largo, él ciego se tomaba su tiempo para llegar y no miraba de menos que le tomara la noche de regreso para su casa. Muy educadamente iba por todo el camino saludando a todas las personas que se encontraba, con un fuerte ¡Buenos días! o ¡Buenas tardes!.

Poco a poco llego hasta la ciudad he hizo sus comprados, luego retomo el camino de regreso para su casa. Ya las horas habían pasado muy rápido y la noche comenzaba a caer, al ciego poco le importaba el temor de la noche, ya que por su condición no podía distinguir con la vista si era de día o de noche.

En su camino de regreso para su casa, comenzó a oscurecer y pocas personas transitaban por las calles, cuando de repente escucho que alguien más lo acompañaba y él amablemente lo saludo con un ¡Buenas noches! No obteniendo respuesta el continuo caminando pero su acompañante silencioso lo perseguía, de nuevo el ciego intento iniciar una conversación, preguntándole: ¿que tal se encontraba? y ¿porque iba tan noche en el camino? De igual forma el ciego no obtuvo ninguna respuesta y siguió su camino en un total silencio donde únicamente el sonar de los zapatos contra las piedras de la calle era el único ruido.

Caminado buen trayecto el ciego escucho que su compañero silencioso se detuvo y relincho fuertemente, en ese momento el ciego descubrió que su compañero silencioso era un caballo y no una persona.

Mas él les dijo: Yo soy; no temáis.

Juan 6:20

Pareciera irónico lo que tuvo que vivir este hombre al caminar con la incertidumbre de quien lo acompañaba, podía ser que por su mente se le atravesaban ideas de que si era una persona con malas intenciones.

De la misma forma como cristianos al alejarnos del camino de Dios, podemos caminar sin saber quien en realidad nos acompaña a nuestro lado. Pueda ser que antiguamente tu hayas caminado en el camino de Dios y el te acompañaba en cada área de tu vida, tenias aquella plena confianza que Dios estaba a tu lado y que no había porque temer. Pero al alejarte vives con temores e incertidumbres.

Regresa al camino de Dios y deja que él sea tu compañero y no tengas temor de lo que pueda venir a tu vida y si ya caminas con Dios de tu lado, no tengas temor el esta contigo.

Por Reflexiones Matutinas