Categories

Archivos

Oración, estudio y comunión

Lecturas devocionales para Adultos 2019

Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.

Hechos 2:42.

El segundo capítulo del libro de los Hechos describe el derramamiento del Espíritu Santo (vers. 1-13), luego registra el primer y gran discurso de Pedor (vers. 14-40), luego registra el primer y gran discurso de Pedro (vers. 14-40), para terminar con la descripción de cómo vivían la fe aquellos primeros creyentes (vers. 41-47). Y así, “el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (vers. 47).

Llama la atención la expresión “los que habían de ser salvos”, como dando a entender que la salvación personal es algo que aún está en el futuro. No es porque no sea suficiente el sacrificio de Cristo, que es un hecho “consumado”, sino porque es un proceso que se desarrolla a través del curso de la vida del cristiano. Dios nos salvó, pero Pablo exhorta: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Fil. 2:12; ver 2 Cor. 7:15). “Temor y temblor” expresa la reverencia y la sumisión del ser humano ante lo divino.

Hechos 2:42 podría dividirse en cuatro partes: instrucción en “la doctrina”, acerca de la dignidad mesiánica de Jesús, tal cual lo demuestra la profecía (vers. 16-21); “comunión unos con otros”, que se expresa en la unidad de la fe; “partimiento del pan”, es decir, la observancia de la Cena del Señor; y “las oraciones”, como el oxígeno del alma (Hech. 1:14). Así, el estudio de la Palabra de Dios, la unidad en la fe y en el amor, la participación en los ritos que conmemoraban la muerte y resurrección de Cristo, y la oración, constituyen la fórmula divina para que hoy tu iglesia crezca, madure y sea un testimonio vivo en su comunidad.

El texto dice que “vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno” (Hech. 2:45). Este sentimiento fraternal, que se derramaba en la iglesia y fuera de ella (vers. 47), era la floración irreprimible del Espíritu Santo, que llenaba todos los corazones. Cristo no vino a establecer leyes, sino a impulsar, para que el agua de vida “salte para vida eterna” (Juan 4:14).

El comunismo compulsivo no es la repetición de ese sentimiento fraterno que derramó el Espíritu Santo (Hech. 2:45), pero tampoco lo son los bolsillos cerrados. La generosidad es un don del Espíritu Santo.

Oración: Señor, que se repita hoy en mi iglesia la vivencia de la iglesia primitiva.