«Haré que tú y la mujer sean enemigas, lo mismo que tu descendencia y su descendencia. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón».
Génesis 3:15
—Cuando Dios fue a buscarlos, Adán y Eva tuvieron miedo y se escondieron —comenzó el papá—. La relación tan hermosa que habían tenido se había roto, ya no podían hablar cara a cara con el Creador. El pecado los había separado. Sin embargo. Dios no los dejó solos; les dijo que les enviaría a un Salvador para que los rescatara y volvieran a vivir con él.
—¡Qué triste tuvo que ser para Adán y Eva salir del Edén! —comentó Mateo.
—Sí, lo fue —confirmó el padre—, hubo tristeza en el cielo a causa de la desobediencia de Adán y Eva, pero estaban contentos porque había un plan para salvarlos. Inmediatamente, el árbol de la vida fue custodiado por ángeles para que Adán y Eva no tuvieran acceso a él. Y todo cambió a causa del pecado: nacieron espinas en las hermosas plantas, los animales le tuvieron miedo al ser humano y algunos incluso se volvieron feroces. Todo se trastornó. El mundo ya no sería igual.
—¡Qué cambio tan grande! —exclamó Susana.
—Adán y Eva pudieron ver la diferencia entre el mundo sin pecado y el mundo después del pecado. Adán aconsejó a sus descendientes que obedecieran la ley de Dios, contándoles el alto precio que habían pagado ellos por no obedecerla. Tristemente, algunos le echaban la culpa a él de la situación en que se encontraban. Adán vio cómo su descendencia se portaba cada vez peor, y eso lo llenaba de tristeza. Él logró conocer a varias generaciones, pues vivió más de novecientos años, tiempo en el que albergó la esperanza de la promesa de la venida de Jesús —concluyó el papá.
Tu oración: Querido Dios, gracias porque Jesús vendrá y todo volverá a ser hermoso y feliz como al principio.
¿Sabías qué?
La alimentación original se componía de frutas y semillas.