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La oveja perdida

Matutinas para Adultos 2020

«¿Que hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?»

(Lucas 1 5: 4).

El más fuerte instinto de las ovejas es el de congregación. A pesar de las diferencias entre razas, todas tienen un marcado arraigo al rebaño. Y aun cuando pazcan

esparcidas en momentos de tranquilidad, se reagruparán rápidamente ante cualquier signo de peligro que puedan percibir. De hecho, no necesitan cerciorarse del peligro; el movimiento de otras ovejas es suficiente para reproducir la conducta.

En la población turca de Gevas, al este del país, unas mil quinientas ovejas se aba­lanzaron sobre un acantilado de 15 metros de profundidad porque una de ellas saltó primero. Al final, murieron unas cuatrocientas cincuenta y las demás pudieron salvar la vida por la amortiguación producida por los cuerpos de las primeras. Se trata de animales sin iniciativa propia, seguidoras por naturaleza de otras más sabias (como la madre, una oveja de más edad o un carnero), pero que también pueden seguir por instinto a cualquier congénere que inicie un movimiento rápido.

Las ovejas necesitan tanto la presencia del grupo que los expertos en conducta animal recomiendan no tener menos de cinco ovejas en una grey para contar con un nivel aceptable de estrés. En soledad o grupo muy reducido, no cuentan con suficientes compañeras en su ángulo de visión y el estrés puede afectar su salud.

Sin embargo, estas características resultan beneficiosas para el manejo del rebaño. Su naturaleza pacífica y dócil y su deseo de permanecer juntas hacen que hasta un niño con un perro adiestrado puedan pastorear un gran rebaño. El problema es cuando una de ellas se extravía o se aparta por sentirse enferma y acaba perdida. Sin la presencia del pastor o del grupo, el temor y el terror la sobrecogen, el miedo la paraliza y queda expuesta a todo tipo de peligros hasta ser identificada y devuelta a la seguridad de la grey.

En este contexto entendemos el magnífico relato del texto de hoy. Tal vez hayas experimentado la sensación de estar perdido y amedrantado, o te hayas sentido con la autoestima por los suelos. El temor o la duda han tomado tu ser de modo que hasta las decisiones simples parecen dificilísimas. ¡ Cuánta paz encontrarás en saber que Jesús, el Buen Pastor ( Juan 10: 11), está dispuesto a dedicar toda su atención y su poder para devolverte la tranquilidad! Invítale hoy para que te recoja, te conduzca a la situación óptima y permanezca constantemente a tu lado.