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Matutinas para Adultos 2020

«El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y castigue la tierra con maldición»

(Malaquías 4:6).

El veterano y célebre actor norteamericano Dick Van Patten evoca una época de sus años mozos. A pesar de haber actuado y adquirido fama desde su niñez, en una ocasión se encontró sin trabajo. Casado y con tres hijos en edad escolar, se veía en la necesidad apremiante de encontrar un empleo; y a ello dedicaba todo el tiempo disponible. Al ver a su padre tanto tiempo en casa, sus hijos le rogaban: «¡Papá, vamos a jugar!».

Pero Dick no tenía ningún deseo de jugar. Su esposa retiraba a los pequeños y los conducía hacia otra parte para que jugasen entre ellos. La situación se prolongó semanas y los resultados de las muchas solicitudes no se veían. La pareja oro mucho a Dios para que abriera alguna oportunidad de empleo para Dick. Su esposa, de gran talento musical, buscó también trabajo. Finalmente, fue ella quien encontró un empleo en una producción musical y él quedó al cargo de los tres niños. Dick no estaba enteramente satisfecho con el nuevo arreglo, pero era la única salida que quedaba y un poco a regañadientes aceptó que esa era la respuesta a sus oraciones.

Tal situación familiar proporcionó a Dick y a sus hijos oportunidades múltiples de desarrollar fuertes vínculos jugando, hablando y haciendo tareas domésticas juntos. La experiencia se prolongó muchos meses y la relación paterno-filial se fortaleció hasta el punto de que Dick quedó plenamente convencido de que esa era verdaderamente la mejor respuesta a sus oraciones. Cuando, ya en su edad avanzada, Dick Van Patten escribió su historia, reflexionó que tal experiencia había valido mucho más que el mejor de los papeles de actor imaginable.

Puedes comprar a tus hijos costosos juguetes, ropa, tecnología y material deportivo, pero a largo plazo, esto no conduce a la unidad y puede alejar e incluso enemistar a padres e hijos, si no hay una relación estrecha. Todos necesitamos acercamiento y reconciliación familiar. Y eso solo se consigue invirtiendo tiempo de relación activa. Si tienes hijos, especialmente en edad de crecimiento, considera si estás pasando con ellos el tiempo suficiente.

La profecía de Malaquías nos dice que Dios hará «volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres» (4:6). Si hoy permaneces abierto a la influencia de tu Padre celestial, él producirá auténtica reconciliación con tus hijos (o con tus padres) terrenales.