Categories

Archivos

“Nuestra disposición a esperar revela el valor que le damos a aquello que esperamos». – Charles Stanley

Matutina de Adolescentes

«Pero el amor del Señor es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los hijos de sus hijos»

Salmo. 103:17

El anciano profesor llamó a su jardinero.

-Mira lo que tengo.

Era un Akita dorado.

El jardinero rascó al perro detrás de las orejas.

-Es un hermoso animal. ¿Cómo se llama?

-Óctuple afecto -dijo el profesor. (Como era japonés, lo pronunciaba Hachiko.)

El profesor Ueno tenía una rutina, y el perro rápidamente se adaptó a ella. Cada tarde, el profesor llegaba a la estación de trenes desde su trabajo en la Universidad de Tokio. Y cada tarde, Hachiko se escapaba de la casa para esperarlo en la estación de trenes y acompañarlo hasta en la caminata hasta su casa.

Entonces, un día, el profesor no volvió. Había sufrido un infarto fatal en el medio de una clase. Hachiko no sabía lo que había sucedido, así que fue a la estación de trenes a la hora de siempre. Esperó; y luego se fue a la casa para quedarse con el jardinero. Día tras día, el perro siguió yendo a esperar el tren de la tarde. Los empleados de la estación trataban de ahuyentarlo.

Un exalumno del profesor fue quien notó la lealtad del perro y compartió la historia en un periódico local. Los pasajeros del tren comenzaron a buscar al perro, y darle comida y premios. Durante nueve años y nueve meses, Hachiko iba cada día a esperar a su dueño. Hoy, en la estación de trenes, hay una estatua del perro sentado, en leal expectativa.

¿Tienes un amigo tan leal y confiable como Hachiko? Quizá sí, o quizá no. Pero tienes un Padre celestial que nunca se dará por vencido contigo. Incluso si huyes en un impulso egoísta, él esperará a que regreses. Quizá puedes devolverle el favor esperando su regreso en paciente expectativa.