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El placer de estudiar

Matutinas para Jóvenes 2020

«Cuando la sabiduría entre en tu corazón, y te deleites con el conocimiento, la discreción te protegerá y la inteligencia cuidará de ti»

Proverbios 2:10, 11

Nació y creció en la próspera metrópoli de Tarso, en Asia Menor (Hechos 21:39), una ciudad famosa por su filosofía, ciencia, educación y cultura; un lugar donde se fusionaban elementos griegos, romanos y judíos. Su padre le dio el nombre de Saulo y pertenecía a la tribu de Benjamín; además, le enseñó a ser un hebreo con profundas convicciones espirituales. Sin embargo, de alguna manera, su padre consiguió la ciudadanía romana y, con eso, abrió a Saulo grandes oportunidades de desarrollo.

Durante su infancia, Saulo aprendió a conocer su fe y a defenderla delante de sus compañeros. Desde pequeño se maravillaba ante las solemnes ceremonias  del judaísmo. Uno de sus grandes privilegios era leer los rollos de las Escrituras, y lo hacía con una gran emoción. Asimismo, se convirtió en uno de los mejores estudiantes de la fe y tradiciones del judaísmo y fue aclamado por los grandes maestros hebreos de su época (Gálatas 1:14).

Las virtudes del joven Saulo fueron ponderadas por los fariseos y escribas de su tiempo, y pronto fue promovido para estudiar a los pies de Gamaliel, nieto del gran rabino Hillel y famoso erudito hebreo (Hechos 22:3). Las palabras de su maestro dejaban boquiabierto al inquieto muchacho y lo desafiaban a devorar los textos sagrados. Gamaliel era un estudioso de la literatura griega y dirigente de la escuela liberal del pensamiento entre los judíos.

A pesar de que los eruditos hebreos despreciaban la literatura griega, Gamaliel se había atrevido a comparar las grandes obras del mundo griego con textos hebreos y había adquirido una perspectiva universal sumamente atractiva. Fue así como Saulo alcanzó una visión panorámica de la fe. Conocía la poesía hebrea y la podía confrontar con La Ilíada y La Odisea. Para lograrlo, aprendió a dominar idiomas como el hebreo, el griego, el latín y el arameo -que era el lenguaje común-.

Con todo, sus raíces hebreas estaban profundamente arraigadas. Y así, pronto Saulo fue considerado como uno de los grandes sabios del judaísmo y fue aceptado en el círculo de los académicos israelitas de la época. Nadie podía negar la sinceridad y las profundas convicciones espirituales de este joven.

En su momento, Dios habría de canalizar todo ese conocimiento para hacer de él uno de los instrumentos más poderosos del Nuevo Testamento.

Esfuérzate en la escuela y encuentra placer en el estudio, la investigación y la lectura. Dios usará tus talentos para proclamar poderosamente su Palabra en este mundo