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“La verdadera obra de arte no es más que una sombra de la perfección divina» – Miguel Ángel

Matutina de Adolescentes

«Dice el necio en su corazón: ‘No hay Dios'»

Salmo. 14:1

Has oído hablar sobre Miguel Ángel, ¿verdad? No, no la tortuga ninja mutante. Estoy hablando del escultor y artista italiano. Él vivía en Italia cuando Colón descubrió el Nuevo Mundo.

Hay una historia sobre la ocasión en que terminó su primera obra importante, una escultura increíblemente realista de María, sosteniendo el cuerpo sin vida de Jesús luego de la crucifixión. Un día, Miguel Ángel casualmente escuchó a un grupo de gente que admiraba La Piedad. Un hombre ostentoso del grupo identificó al artista como «nuestro Gobbo de Milán».

Miguel Ángel estaba tan enojado de que otra persona hubiera recibido el crédito por su obra que volvió hasta la escultura esa tardecita, y cinceló su nombre y pueblo de origen en una banda sobre el pecho de María.

A todos nos gusta que nos reconozcan cuando hacemos algo bien. Como cuando ayudamos a ganar un partido, o nos sacamos una buena nota en un examen.

¿Y Dios? ¿Te parece que, como Miguel Ángel, quiere que lo reconozcamos por crear la vida en la Tierra? Muchos le dan el crédito de la Creación a procesos naturales. Dicen que la vida comenzó con una receta de una parte de barro y dos partes de rayos.

¿Piensas que a Dios le molesta que no lo reconozcan por sus obras? Quizá quiere decir: «¡La trompa del elefante fue idea mía! Y la sonrisa del delfín también fue idea mía. Y has oído sobre el ADN, ¿verdad? Yo inventé eso».

Dios, en cambio, parece quedarse tranquilo, y permite que la gente crea lo que quiera.

Para mí, es interesante que Miguel Ángel nunca volvió a firmar otra obra de arte luego de La Piedad. Es como que dejó de preocuparse por obtener el crédito y simplemente hizo el trabajo. Quizá confiaba que quienes realmente querían saber quién había creado sus obras maestras descubrirían la verdad.