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“No debemos cansarnos de hacer las cosas pequeñas por amor a Dios, porque él no toma en cuenta lo grande de la obra, sino el amor con que la hacemos». – Hermano Lorenzo

Matutina de Adolescentes

«Me mostrarás el camino de la vida. Hay gran alegría en tu presencia; hay dicha eterna junto a ti»

Salmo. 16:11, DHH

Nick se sentía un perdedor. Había estado en el ejército, pero no le había ido bien. Se retiró luego de ser herido. Luego, fue el sirviente de un hombre importante en el gobierno francés. Vistió ropa elegante y vivió en una hermosa mansión, pero eso tampoco terminó muy bien. Se tropezó y dejó caer los platos que estaba sirviendo. En otra ocasión, corría al lado del carruaje de su amo, se tropezó y cayó en el barro. Fue bochornoso.

Se sentía tan mal que decidió que dejaría su trabajo y se uniría a un monasterio en París. Pensó que debía sufrir por todos sus errores y que debía sacrificar su vida, y todos sus placeres, a Dios.

Fue aceptado en el monasterio, recibió el nombre de hermano Lorenzo y sus superiores le asignaron la humilde tarea de trabajar en la cocina. Mientras estaba allí, comenzó a entrenar su mente para recordar siempre que estaba en la presencia de Dios. A menudo se distraía, pero, por más difícil que fuera, una y otra vez dirigía su mente de vuelta a Dios.

Más tarde diría: «No hay en el mundo una vida más dulce y deliciosa que aquella que mantiene una continua conversación con Dios». Los otros monjes notaron la paz y el gozo que se evidenciaba en la vida del hermano Lorenzo y comenzaron a preguntarle por ello.

Cualquier cosa que Lorenzo hacía, hablaba con Dios sobre eso. No tenía que ser un trabajo importante. «Doy vuelta la torta que estoy friendo en la sartén por amor a él», dijo. Una de las citas más memorables del hermano Lorenzo es cuando expresó: «Es suficiente para mí levantar aún una pajita del suelo por amor a Dios».

Más adelante en su vida, le contaba a un entrevistador que había dedicado su vida a Dios para poder sufrir por sus faltas: «Pero Dios me decepcionó», dijo con una sonrisa. «No encontré más que satisfacción».