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Bienvenida

Matutinas para Mujeres 2020

Eran como las cuatro de la tarde cuando Bienvenida tocó a la puerta de nuestra casa, en medio de un torrencial aguacero. Ella tenía un nombre es muy particular e igual de particular era también su forma de ser. Nos saludó a mi mamá y a mí con una gran sonrisa. Venía con su pequeño y los invitamos a entrar en nuestra casa.

Bienvenida no tenía esposo ni familiares. Su mundo giraba en torno a su hijito Jonathan y a sus estudios, que se costeaba con mucho trabajo y esfuerzo. Siempre, pero siempre, estaba gozosa. En esa ocasión, como si nosotras y no ella fuéramos las invitadas, nos dijo:

-Bueno, vamos a cantar y a orar para dar gracias a nuestro Dios porque llegamos con bien.

Cualquier otra persona habría pedido una toalla para secarse un poco primero, pero ella decidió orar y alabar a Dios de inmediato, sin perder un instante. Se podía notar que la alabanza a Dios era la clave de su vida.

Bienvenida nos conmovía profundamente cada vez que nos la encontrábamos, porque nos hablaba de sus pruebas y siempre lo hacía con una enorme sonrisa en los labios, como quien se alegra de ser partícipe de las aflicciones que vivió Jesucristo en esta tierra. Bendecía a Dios por las dificultades de la vida y levantaba sus manos hacia el cielo en señal de agradecimiento.

Pasaron varios años en los que no volvimos a saber nada más de ella, hasta que una mañana, mi madre entró a un hospital y, para su sorpresa, se encontró a Bienvenida vestida con su uniforme blanco.

Se había licenciado ya y trabajaba como enfermera. Abrazo a mi madre con su sonrisa especial y, como lo había hecho siempre, comenzó a contarle cuán grandes cosas había hecho Dios por ella en aquellos años en que no se habían visto.

¿No es maravillosa la relación que existe entre Dios y sus hijas que lo alaban? Yo creo que sí, y por eso mismo la Biblia nos hace la invitación: «¡Vengan, y rindámosle adoración! ¡Arrodillémonos delante del Señor, nuestro Creador!» (Sal. 95:6, RVC). «¡Que todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya!» (Sal. 150:6, RVC).

Querida amiga, ¿aceptarás hoy la invitación a adorar a Dios y alabarlo, sean cuales sean las circunstancias de tu vida?

«Fue así como Dios sacó a su pueblo escogido, entre gritos de alegría, y les dio las tierras de otras naciones y el fruto del trabajo de otros pueblos»

Salmo. 105:43-44