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Pleitos entre hermanos

Matutinas para Jóvenes 2020

«El hermano ofendido es más impenetrable que una ciudad amurallada; persisten más los pleitos entre hermanos que los cerrojos de una fortaleza»

Proverbios 18:19

El asesinato de Abel por parte de Caín fue un acto que desgarró el corazón de sus padres. ¿Cómo había sido posible que uno de sus hijos se levantara contra su propio hermano para darle muerte? Lo cierto es que no fue un hecho espontáneo, más bien, fue el resultado de una serie de actitudes que prepararon al hermano mayor para aquel terrible homicidio.

Elena de White lo narra de la siguiente manera: «Pensó que su padre Adán había sido tratado cruelmente al ser expulsado del Éden. La idea de conservar ese pecado siempre presente en su mente y ofrecer la sangre del cordero inmolado como confesión de entera dependencia de un poder ajeno a sí mismo, era una tortura para el soberbio espíritu de Caín.

Como era el mayor, pensó que Abel debía seguir su ejemplo. Cuando la ofrenda de Abel fue aceptada por Dios, y el fuego santo consumió el sacrificio, el enojo de Caín no tuvo límites. El Señor condescendió en explicarle las cosas, pero él no quiso reconciliarse con Dios, y odió a Abel porque Dios le manifestó su favor. Se enojó tanto que mató a su hermano» (Testimonios para los ministros, p. 94).

Caín cultivó un falso concepto de Dios, considerando injusta la forma en la que había expulsado a sus padres del Edén. Dejó que en su corazón creciera el rencor hacia el Padre celestial. ¿Confiar en Dios? Bueno, sí podía hacerlo, pero sería bajo sus propias condiciones.

Así fue como creó su propio modelo de salvación y adoración al Señor, mostrándolo claramente en la ofrenda de frutas y no ofreciendo el sacrificio del cordero que se le había solicitado. Al ser rechazado, al resentimiento hacia Dios se agregó la frustración, la rabia, la amargura y el odio, una peligrosa combinación que más tarde canalizó hacia Abel, su hermano.

Una mala relación con Dios te puede conducir a pleitos constantes con tus familiares, especialmente con tus hermanos, en caso de que los tengas. Pero la combinación de odios, disgustos y desilusiones es un detonante en una lengua imprudente que puede conducir a una desgracia mayor.

Por eso no hay que dejar que tales actitudes se alojen en el corazón. En esos casos es mejor atacar el problema de raíz y reconciliarte con Dios y con los tuyos.

Este día pide al Señor su ayuda para ayudarte a fortalecer tus vínculos con tus familiares a través de palabras sabías, oportunas y edificantes.