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Esperanza

Matutinas para Adultos 2020

«Y ahora, Señor, ¿qué esperare? Mi esperanza está en ti»

Salmos 39:7

También la esperanza ha sido relacionada con efectos favorables sobre la salud. Sus beneficios se hacen particularmente notorios bajo circunstancias extremas, cuando las personas se ven sometidas a situaciones en las que su vida corre peligro.

Un clásico estudio sobre la esperanza y la expectativa de vida lo realizó Curt Richter, en 1957, utilizando ratas de campo. Con el fin de medir el máximo tiempo de supervivencia bajo situaciones de estrés, colocó a las ratas en un recipiente con agua, del que no podían salir; y observó que, luego de unos quince minutos de nado aproximadamente, los roedores sufrían una muerte súbita.

Lo interesante del estudio fue notar que, si retiraba las ratas del agua y las dejaba descansar unos pocos minutos, la segunda vez que las ponía a prueba lograban sobrevivir, ¡nadando unas ochenta horas! Richter pensó que ese rescate momentáneo había sido capaz de generar «esperanza» en las ratas, dándoles el coraje para soportar tantas horas la segunda vez.

Lo mismo ocurre aún más intensamente en el ser humano. Son numerosas las historias de personas que se aferran a la esperanza logrando sobrevivir a las más duras circunstancias. Juliane Koepcke viajaba junto con noventa y cuatro pasajeros en el vuelo 508 del Lansa L-188, el 24 de diciembre de 1971.

Mientras sobrevolaban la selva peruana, una violenta tormenta provocó grandes turbulencias y el incendio de uno de los motores del avión. Al ver lo que sucedía, varios pasajeros comenzaron a llorar y a gritar; mientras que la madre de Juliane dijo con calma: «Esto es el fin, se acabó».

El avión cayó desde unos 3000 metros de altitud, provocando una gran tragedia. Algunos pasajeros lograron resistir el impacto, gracias a que los árboles de la selva atenuaron la caída. Sin embargo, solamente Juliane, de diecisiete años de edad, aferrándose a la vida, decidió sobrevivir a toda costa.

Con grandes heridas y la clavícula rota, caminó en búsqueda de ayuda; siguió el curso de un arroyo con el fin de encontrar algún río más grande, pues tenía la esperanza de encontrar gente allí. Con gusanos adheridos a sus lesiones, sin alimento y casi sin fuerzas, luego de casi dos semanas, finalmente encontró socorro.

Tal vez, no podamos elegir los acontecimientos o las circunstancias que nos tocan vivir, pero con toda seguridad, podemos elegir la actitud con la que los enfrentaremos. Una actitud de confianza en el porvenir puede ser de gran ayuda al afrontar las dificultades.

Aunque nuestra vida se encuentre en riesgo y todo parezca ir mal, todavía podemos repetir con el salmista: «Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti».