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Malos hábitos que marcan la vida

Matutinas para Jóvenes 2020

«El perezoso va por una senda espinosa; el hombre recto camina como en una calzada»

Proverbios 15:19

Había una vez un hombre rico que, antes de irse de viaje, entregó a tres jóvenes una gran cantidad de dinero. Al primero le dio la fabulosa cantidad de cinco mil monedas de plata, el segundo recibió dos mil monedas de plata y el tercero mil (Mateo 25:14-30). De inmediato, los dos primeros se pusieron a trabajar y buscaron la mejor manera de invertir el dinero.

Su esfuerzo dio grandes frutos ya que, con el paso del tiempo, ¡duplicaron la cantidad que se les había dado! Sin embargo, el tercero reaccionó de una manera muy distinta a la enorme oportunidad que tenía. Pronto se llenó de temor y no supo qué hacer con el dinero: pensó que si abría un negocio el pago de los impuestos ahogaría sus ganancias, que si se asociaba con alguien podría robarle, que si compraba una granja tendría que trabajar más y estar pendiente de los empleados. ¡En qué lío se había metido! ¡Y todo por culpa de ese dinero que él no había solicitado! Lo mejor sería enterrarlo y devolverlo a su dueño cuando regresara.

Llegó el día en que el hombre volvió de su viaje e hizo cuentas con los jóvenes. Los dos primeros informaron de que habían duplicado la cantidad que se les había entregado. Satisfecho, el hombre dijo a cada uno: «Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor». No obstante, cuando escuchó el informe del tercero, la decepción embargó su rostro:

-Pero, muchacho, ¿por qué no has aprovechado la gran oportunidad que tenías en tus manos? -preguntó el dueño.

-Señor, yo sabía que tú eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges lo que no esparciste. Así que tuve miedo y escondí tu dinero en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo.

¡Vaya! Hasta un insultó se ganó el hombre de la historia por haber dado a aquel chico una gran oportunidad.

La pereza es uno de los grandes males en la vida de un joven. El perezoso pierde importantes oportunidades a lo largo de su vida, además de favorecer el pesimismo, la carencia de entusiasmo y condenarse a la pobreza. Por eso, dice Eclesiastés 10:18: «Por la pereza se viene abajo el techo; por la flojera se viene abajo la casa».

No permitas que este terrible hábito forme parte de tu vida.