«Si ustedes que son malos saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a quienes se las pidan!».
Mateo 7:11
-Hace un tiempo leí una bonita historia que quiero contarles hoy -habló la mamá dirigiéndose a los niños—. No sé si es verdadera.
Cuenta que era la época de graduación y un joven había deseado tener un auto deportivo. Su padre conocía el deseo de su hijo. El día de la graduación el padre habló con su hijo. Le dijo que lo amaba y estaba orgulloso de él, y le dio un regalo. El joven abrió el paquete emocionado, pero pronto se decepcionó al ver una Biblia con su nombre grabado.
El joven se molestó, le dijo a su padre que no esperaba que le diera ese regalo, pues él deseaba un coche y, enojado, se fue de la casa para siempre. Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un empresario de éxito. Tenía todo lo que deseaba: una linda familia, casa y dinero.
Un día pensó que debía ir a visitar a su padre, porque supo que estaba enfermo. Sin embargo, antes de que decidiera ir, le llegó el aviso de que su padre había fallecido y lo había nombrado a él heredero de todo. Tenía que presentarse para recibir la herencia. Cuando llegó a la casa, le dio tristeza recorrerla, y más ahora que ya no estaba su padre. Entonces vio la Biblia que le había regalado el papá en su graduación.
La tomó, la empezó a hojear y le llamó la atención que estaba subrayada en Mateo 7:11, nuestro texto de hoy. De repente, de la Biblia cayó una llave. ¡Era la llave de un auto! Sí, era el regalo que no había alcanzado a ver porque se había enojado, sin saber que dentro estaba la llave del auto que tanto deseaba.
El mejor regalo que podía haber recibido era la Biblia y no la había apreciado. Dios nos ha dado la Biblia, un hermoso regalo, por amor a nosotros.
Tu oración:
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¿Sabías qué?
El libro más antiguo del Nuevo Testamento o es, probablemente, Santiago.